Un lugar para soñar
SORIA, la de los cerros cenicientos, la del castillo arruinado sobre el Duero, la de los poetas…duerme mansamente, como las aguas de su río que se deslizan leve, despaciosamente. Como escribiera A. P. Rioja. «Todo induce en ella a recordar el ayer; todo aparece como un eco de la Edad Media».
La vieja ciudad parece sumida en un sueño profundo. Como si el viejo capitán hubiera anclado su barco cansado de surcar mares y océanos. Indiferente entre las demás naves que entran y salen del puerto, que avanzan, que se abren camino en la inmensidad de las aguas. Situada entre los promontorios del vigilante castillo y del Mirón, quieta y silenciosa.
La contemplamos desde lo alto, junto al Parador al que cedió su nombre el poeta (todo en la ciudad nos evoca al lírico sevillano), como si miráramos una fotografía. Al atardecer, vemos el sol al fondo, acomodándose por allá, por el pico Frentes. Melancólica estampa es esta Soria recoleta, apiñado su caserío como racimo de uvas. Y se nos embriaga el pensamiento con el recuerdo de los versos del poeta: ‘¡Muerta ciudad de señores, / soldados o cazadores; / de portales con escudos / de cien linajes hidalgos, / y de famélicos galgos’. Pero apenas queda ya algún portal que con su escudo nos hable del linaje de sus habitantes y entre los muchos canes que pasean la ciudad unidos mediante correa a sus dueños, difícil, si no imposible, es ver un galgo. Soria de lento caminar. Como si no tuviera prisa por aferrarse al futuro que, quizá, entrevea incierto.
Y abrazando la ciudad pequeña, la provincia grande y despoblada. Aldeas diminutas. Casas semiderruidas de piedra ya cansada. Inmensidad del campo en que el silencio es ensordecedor. Quietud de valles, bosques, sierras, páramos, colinas… pinares, álamos, viejos olmos, sabinares… paisajes infinitos en los que soñar, en los que perderse. Lugares para el éxtasis. ¡Naturaleza viva! En un reportaje sobre Soria, Peter Handke leía en una revista: ‘Esta ciudad de la meseta castellana, apartada del mundo’ y esto otro: ‘el lugar más tranquilo y más callado de toda la península’. Hoy, como ayer… Soria.