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El gran trabajo de la Guardia Civil y la Policía

Es curioso comprobar cómo algunas ideas van calando, como lluvia fina, en nuestro imaginario colectivo. El titular de este artículo, por ejemplo, será calificado por algunos de “conservador” y “fascista”, antes siquiera de haber analizado por qué he utilizado hoy este encabezamiento.

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A mi modo de ver, esta actitud es fruto de la campaña contra las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado alimentada desde hace años por gran parte de la izquierda política española. La Policía y la Guardia Civil son indignas y opresoras en cuanto constituyen la mano ejecutora de una institución pública que impone conductas contrarias a mi ideología.

Contra la okupación solidaria, porrazos. Contra las manifestaciones, carga. Contra las arengas, ley mordaza. Contra la revuelta anarquista, pelotas de goma. Contra el escrache anticapitalista, más madera.

Sin embargo, frente a esta tendencia que no comparto, esta semana hemos tenido dos hechos que me animan a escribir unas líneas de homenaje a ambos cuerpos. Demuestran que no tienen razón quienes sólo subrayan el aspecto represor de la función de estas dos organizaciones.

Primero. Será difícil de olvidar esa rueda de prensa del pasado jueves, protagonizada por el comandante de la Guardia Civil Juan Jesús Reina, que no pudo evitar emocionarse al relatar el desarrollo de la investigación del crimen de Gabriel.

Aseguró que todo el dispositivo de búsqueda del niño confiaba en que el menor se encontraba con vida, retenido en algún lugar por la asesina confesa Ana Julia Quezada. “Ver a Gabriel sin vida ha sido el momento más duro del momento profesional de todos” y aseguró que cuando encontraron el cuerpo en el maletero del coche lloraron todos: “El que no lloró en ese momento lo hizo luego y el que no, en cualquier momento. Es que somos humanos”, confesó al borde de las lágrimas.

Segundo. Ha sido impactante asistir a la campaña de manipulación y acoso a la Policía desatada tras la muerte del senegalés Mmame Mbage en Lavapiés (Madrid). El inmigrante falleció de un paro cardíaco y fue atendido en sus últimos momentos por agentes del cuerpo que intentaron salvarle la vida. Sin embargo, cargos públicos del Ayuntamiento difundieron mensajes lanzando gravísimas acusaciones contra el Cuerpo.

Por todo esto, hoy escribo estas líneas. Mi agradecimiento al trabajo, generalmente correcto, honrado y generoso, de Guardia Civil y Policía.