Una historia
Juana Largo repasa la búsqueda de las mujeres a lo largo de los últimos siglos
En torno a la búsqueda del espacio femenino surgen algunos interrogantes y hay que tener en cuenta la historia, no solamente el presente en el cual pareciera que, por las leyes, se puede vivir una especie de Luna de Miel en la cual las mujeres ya no tendríamos que hacer nada, dado ya todo hecho. Pero no.
Partiendo de Virginia Woolf con el famoso libro: “Una habitación propia”, cuando dice: “Lo único que necesita una mujer es una habitación propia” (“y dinero”), puede llegar alguien a la conclusión de que todo ha sido en la historia la búsqueda del espacio femenino. Cuando eminentes escritoras y artistas hablan, hoy en día, de esa sentencia de Woolf, ocurre que se está situando el listón de la carrera de las mujeres, en la llegada al resultado de todo lo que necesitan para ser libres y eficaces, y no el conformamiento a las estructuras antiguas en las cuales al término “femenino” se le veía con misoginia o con rechazo, obligando a ese término femenino, incluso con la rebaja de la denigración, se podía entender “femenino” con el sentido de “menos fe”, a vivir en un espacio que les daban y que consistía en el espacio que daba el hombre o el macho, situando todo a su medida y haciendo un mundo a la medida de ellos en el cual la mujer, claramente, se encontraba en situación de perjuicio, no entendiéndose las Escrituras más que en el sentido de que la mujer era la segunda en relación con el hombre. Hoy en día, se puede rechazar esto y admitirlo en la historia como algo vergonzoso, pero bien que se lo tomaban por ejemplo los medievales en serio.
No era, lo que han buscado las mujeres, en todos tiempos, más enconadamente en los últimos tiempos, la Utopía, no, sin el “topos” adecuado a sus demandas, un lugar terrestre y bien terrestre, algo que no se daba en la armazón medieval y tradicional (prácticamente, con la excepción de la Segunda República, en toda la historia). Y ese topos, ese lugar, es el lugar en el cual la mujer quiere encontrarse.
Encontrarse frente a la prevalencia del macho que, con su sombra, parece querer doblegar todo y hacer que las mujeres sean luminosas solo porque él las alumbra, si no, no. El hombre era el que creaba el espacio y, aunque no fuera de las mujeres, estas tenían que plegarse a ese poder omnipresente en el cual incluso, cuando no se daban libros peyorativos para las mujeres, él ocupaba todo también creando los tipos literarios y culturales. Era el espacio en el cual el hombre era el rey.
Luego, ella, buscó el ser la reina y un exponente, además de despotismo, fue el caso de María Antonieta. Pero esto no podía ser y cambiaron las tornas sociales tras la Revolución de 1789.
Las mujeres se acomodaban ahora al mundo de las revoluciones y participaban en los levantamientos de las generalizaciones y parecía que, con tanto generalismo, tanto para ellos como para ellas, se había encontrado la fórmula más ideal. Todavía estamos en esas y se puede decir que, con las generalizaciones, aplicadas a destajo y a todos los estatus, dejan las peticiones de los que reivindican algo, como algo confuso, aunque pueda tener su lado positivo. Esta es una crítica propiamente de la modernidad pero que, en el postmodernismo está en crítica.
Se llega, en el tiempo moderno de principios de esa edad a una materialización de la historia, pero ahora ya sin dioses, y mucho antes de que lo dijera el expositor de los intestinos de la historia que era Nietzsche. Por eso que tuvo que levantarse o renacer el “deseo” del cual nos hablaba el sicoanálisis con Freud y la liberación, el momento de liberación, ahora sí, de la generalidad y en ella la de las mujeres. Y el mundo creo (con elementos clásicos y de la consideración de la naturaleza del Renacimiento) a la mujer moderna. Era aquello de que, ahora, en puridad y en paridad, las mujeres querían ser libres e iguales a los hombres.
Así que llegamos a la mujer contemporánea, aquella cuyo ideal era desde el principio la libertad, de una forma concretizada, siendo más ilustres y de resumen los términos que emplea Virginia Woolf. Recorremos el siglo XX y parte del XXI y todavía se merece consideración lo que dijo la escritora inglesa, pero parece que es algo muy corto de alas para la libertad que se pide después. Es cuando la mujer busca su “espacio propio” que, desde luego, no consiste solamente en una simple habitación. A veces, las mujeres, ese espacio propio lo creaban junto al varón en el socialismo que comenzaba y no se sabía cómo terminaba. Otras veces se lo impedía el capitalismo y hacía el efecto de tener que regresar al pasado. Aun así, en la democracia liberal, las mujeres tratamos de encontrarlo, para lo cual ese liberalismo tendría que ser no solamente teórico, sino de facto. Añadiendo a la historia otros movimientos basados en la expresión y asunción de la sexualidad, no impositivos para las mujeres. Se dan asimismo los movimientos estrictamente feministas “comprometidos”. Y se sigue reivindicando la búsqueda de ese espacio de marras. Ya no es el hogar, ni la fábrica, ahora es la política, la palabra, el ágora con la manifestación. Luego que siempre se excluyen las alienaciones con el Capital: vida propia, para el servicio del hombre en el mundo del porno. Pero la multitud crea el espacio abierto, la plaza más grande de cada país. Ahora los media, la propia política tiene su importancia capital. Cuando se fracasa, es por culpa del poder macho. Pero la democracia, que es lo que se pide, debería aliarse con las mujeres. Se reivindica la educación, la Universidad, renace el espíritu con fuerza de las mujeres en los movimientos sexuales. Y se está, se está ahora, en la lucha. La vida es carne. La lucha en el “cuerpo a cuerpo” que resume todo. La vida es pura acción aliada con la razón y con la palabra. Es la lucha revolucionaria en la cual ahora entran de alguna manera otras subjetividades diferentes a las de los hombres.
Hay una plaza en una ciudad de España que es bautizada como “Plaza de las Mujeres”. Allí se centran las mujeres, nos centramos, para los diversos actos que surgen en el momento social o actual, o, si cabe, comunitario. Cada grupo en casi todas partes se busca su plaza. La película todavía no ha terminado…