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Si fuéramos muy, pero que muy aristotélicos, llegaríamos a un punto en nuestro modo de comprender la vida, y aun en nuestros juicios y opiniones, que nos haría dejar de lado muchos matices de lo que es la “vida” (o “The Life”, como dirían los angloparlantes en su mundo que ya es desde hace tiempo “el” mundo), hasta el punto de jugar con los extremos y decir: “El hombre es un animal social”, con lo cual podríamos llegar a pensar que no hay muchos animales sociales y que nosotros somos los elegidos, los “sociales”.

Pero como no somos muy aristotélicos podemos llegar a pensar en las medias tintas y tintes y en los matices y en las perspectivas y complejidades que tenemos en nuestra fauna humana, y así podríamos llegar a pensar en que las castas (o estigmatizaciones clasificadoras categoriales de los humanos) no son todas del mismo pelaje, y que hay peluquerías (y hasta “perruquerías”) para todo el mundo, por lo cual no podríamos decir, en este caso, que todo está cuadradamente medido y perfilado (excepto la robótica de los relojes suizos modernos), sino que, en una casta, hay muchas variaciones, y es una conclusión ésta que se hace con los años en las espaldas, no con la loca edad de la juventud…

Como no somos tampoco, que digamos, muy nietzscheanos, tampoco vamos a caer en el irracionalismo histérico del filósofo, como si dijéramos que nada es clasificable y ¡que viva la subjetividad!... Ni un extremo ni el otro, es decir, que no hay por qué ni categorizar ni descategorizar todo, sino que se nos ofrece, en el horizonte aristotélico, fuera del cual se encuentra el “enfant terrible” nietzscheano, una hermosa variedad de pareceres de todo tipo en la cual poder hacer una vida contemporizada con las circunstancias de que la vida es una “feria de vanidades”, pero la que hay como feria de verdad, y que debemos jugar al mismo juego que los demás, con lo cual llegamos a lo del tinte de pelos diferente que se dan en las peluquerías y a la variedad de pelos de castas que hay en el mundo…

Una, que no es especialista en nada, y que, cada mañana, se queda admirada de que siga saliendo el sol, lo que hace es extrañarse, en primer lugar, en que siga existiendo el sol y el mundo mismo, y luego, en segundo lugar, en que todo esté sometido a convención humana. Sí, las ciencias no son ajenas a ello, pero también se podrían tener en cuenta las ciencias positivas humanas de Comte, como las de la ultramoderna Psicología, que es a donde queríamos llegar con esta humilde nota.

Las Ciencias Humanas, aparte de tener cierta reticencia con las Ciencias Naturales, pues sí, que son muy suyas, las cucas…, y que les resulta sofocante eso de que no lleguen a ser ciencias ciertas y exactas y experimentadas. Por eso es que hemos empezado a hablar de las peluquerías, que para una son elogiables, y es que sucede que, en las psicologías varias, se ve algo de lo que ni los mismos sicólogos se percatan: de que las Ciencias Humanas, dependen del pelo, desde luego, pero que, cuando juzgan o actúan, no dejan de ser pilosas, en el sentido de que saben ver el pelo de los demás y saben tener en cuenta su propio pelo. Lo que conlleva el decir que “tiran mucho para su pelo” o para su casta.

Un científico humano (puestos a desconfiar de toda ciencia) sabe menos esconder su pelo que un científico de los físicos, porque estos han llegado a conclusiones inquebrantables, pero un científico social no puede dejar de esconder su pelo, es decir: su casta, y, cuando se les ha tratado durante mucho tiempo, sabe una de qué pie cojea cada uno de ellos, que suele ser el de la casta, cada uno tira para su casta, todo lo que puede, y cada uno tira para su pelo y para su peluquería. Y lo que yo me pregunto ahora es: Si la ciencia, científica o seudocientífica, trata de valores objetivos, ¿cómo es que los científicos sociales y humanos, no dejan de mostrar, en cada resquicio de sus actuaciones, el pelaje al que tiran… desde su “casta”?... O, lo que podría ser lo mismo: ¿Cómo algo tan mental como es la “Psico”-logía, no deja de ser algo tan físico y natural como es el pelaje que le tratan en su peluquería o el pelaje del que viene, o sea, su casta, algo tan personal? (Por decir algo sobre el tema.)