Las que no nos lo creemos
Parecía que, con el debate de la llamada “Ley Trans” y con otros diversos dispositivos educativos y de estudios en la educación y en la formación española reciente, se hubiera podido reformar una malísima educación tradicional, conservadora y autoritaria que habíamos tenido antes y que, ahora, se hacía comprensiva y tolerante con los diferentes, así como algo que admitía el aspecto democrático y de igualdad entre géneros en la sociedad española… Parecía, pero no.
Como con un resorte automático, con la influencia de las derechas, se ha dado un vuelco a lo aprendido recientemente, y da la impresión de que el tema de géneros y sexual estuviera zanjado para muchísima gente, tal que no cupiera hablar más del asunto.
Y, sin embargo, hay que hablar todavía del asunto. Pues es el caso de que se ha llegado a un punto de retorno o de regresión en el cual el lenguaje, pero no solamente el lenguaje, el comportamiento de muchas personas en España deja mucho que desear en estos aspectos, como una vuelta de tuerca que nos hiciera retornar a los ámbitos anteriores de la democracia, como a los tiempos en los cuales no se tenía formalidad alguna, mucho menos comprensión o inteligencia sobre el tema, como los tiempos aquellos en los que no se sabía por parte de los hombres que las mujeres tenían clítoris, como los tiempos de las películas de salidos de Alfredo Landa y de José Sacristán, cuando la inmensa mayoría de la población no sabía nada del sexo o del género. Ay, las voces de las derechas, de cuya mala representación está dando un ejemplo prevalente Feijóo, nos hacen ver que les gustan los tonos altos y a gritos para predicar una cuestión que ya nadie cree –aunque vote a las derechas- porque el personal no es tonto: puede votarle a las derechas, pero solo votarle, por cuestiones económicas, no por ignorante, creemos.
En el ámbito, vamos a llamarlo así: hombruno, ya no se ignoran muchos temas, pero lo que sí pasa es que “conviene” una cierta regresión del pueblo español, para que campe por sus fueros esa Derecha recalcitrante que trata de apropiarse del poder y de los débiles. Pura política electoral todo.
En el ámbito hombruno que se da en la actualidad: con el hecho de las guerras y de la inseguridad que se están dando por el mundo, con la recesión en la que nos encontramos, con la austeridad económica, con el desbarajuste que se da en el primer país del mundo, o sea, en USA, con los programas electorales que aviva la derecha, con una tradición que no se comprende, con una nueva autoridad innecesaria que trata de encontrar eco en el rebaño, como si fuera necesaria la autoridad; con el tema de las migraciones; con el tema de la influencia de otros países en su tozudez populista como pudieran ser Hungría e incluso Inglaterra, con todo el sambenito que forma, con su parafernalia, todo este mundo, pocos se escapan en España a la cabezonería de los dirigentes populistas de revolver todo y de hacer que esto sea un caos para que gobiernen ellos, la derecha y la ultraderecha. Pero no nos engañan.
Ahora mismo –y no hace mucha falta darse cuenta llegando a muchos espacios públicos, no solo tabernas-, ahora mismo en el ambiente flota eso que se llama machismo con la violencia consiguiente, como la misma violencia no solo machista sino también de otros aspectos sociales regresivos, sobre todo ahora con el tema de los nacionalistas pudiendo apoyar a Sánchez para su investidura. Estamos escribiendo este artículo en el domingo octubre del año en curso y puede, que, por cuestiones de Redacción del periódico, no salga en el día, pero hay que tener en cuenta que el ambiente crispado que trata de crear sobre todo la derecha de Feijóo, hace eso, crispar a la gente, someterla a violencia y alterar la convivencia pacífica en que una vez se quiso vivir por todos los españoles sensatos.
Se masca no solo la tragedia –que sería la de que esas derechas llegaran al poder- y se masca en los diversos ámbitos de la gente toda una salmodia de machismo y de intolerancia que nos están haciendo no solo olvidar la etapa anterior en que el sexo era algo inteligible e incluso legislable en su aspecto positivo, y se está volviendo, pues, a la brutalidad anterior… Sí, es cierto, ahora nos estamos volviendo más brutos de lo que ya lo habíamos sido anteriormente, y parece que no se tolera el tema de los géneros ni de la autodeterminación de género, como si esto, este país, en las cabezas de la gente, fuera una ganadería en la que hubiera que hablar de virtudes biológicas del ganado y de machos o de hembras solamente. Se trata y se habla con brutalidad un tema tan delicado y sensible como era el respeto de hombres con mujeres que se tenía hasta hace relativamente poco.
Pero el tema del feminismo, sigue estando presente. Aparte de la rotura feminista que se ha dado en Madrid y en otras poblaciones, cabe destacar que, tanto la Ley Trans, como el tratamiento contra la Violencia de Género, como la Ley para la igualdad real y efectiva, con la Ley de la Libertad Sexual, entre otras, son necesarias otros fundamentos para que el machismo tan boyante que ha parecido despertar ahora, no malogre las iniciativas femeninas, y no podamos decir que nosotras estamos como siempre se ha estado, es decir, de forma, cuando menos, secundaria en la sociedad y, también, sometidas por la nueva amenaza de algunos hombres, que aunque no sean muchos, están haciendo que volvamos a los papeles tradicionales en los que “la mujer en casa y con la pata quebrada”, no sea un reducto comprensivo con el desarrollo anti-progresista de las mujeres. Son asignaturas pendientes para el presente Gobierno del Estado y de algunas comunidades autónomas.
Hay mucha diferencia entre lo que se creen los hombres machistas, eso de que el Poder es inherente a los hombres y se lo terminan de creer, creyendo que las sociedades caminan a mayor Poder hombruno todavía, y entre lo que no debemos creer las mujeres: eso de que tenemos que estar sometidas a las prácticas reduccionistas masculinas y tengamos que aceptar ese poder viejo, pero muy metido en la conciencia de mucha gente, de que las mujeres somos algo sumiso y obediente ante la sociedad de los hombres… Porque lo sabemos de siempre, pues no es aceptable que, desde una perspectiva anti-machista, tengamos que caer en la minusvalía social.