Editorial
La enseñanza de Olegario Ramón tras ser víctima de la intolerancia
Si alguien ha demostrado altura ética y política en el episodio de la intolerable agresión sufrida por el presidente del Consejo Comarcal del Bierzo y ex alcalde de Ponferrada, el socialista Olegario Ramón, ha sido el propio Olegario Ramón. Con sus declaraciones, horas después de sufrir el ataque de un ultraderechista, además de un verdadero mamarracho, ha ofrecido la serenidad, la sensatez y la responsabilidad que otros no alcanzaron. El episodio violento de la noche del jueves en Ponferrada a las puertas de la sede socialista es fruto de la exaltación y la tensión política que se está generando en nuestros país, sometido a una vorágine de histeria política desconocida. Y la actitud inmediata de algunos superiores de Olegario Ramón, que no supieron estar a su altura, sólo contribuye a alimentar e intensificar esta tensión. Pudieron haber obrado con la serenidad del agredido, que ofreció una lección inigualable en los tiempos que corren, pero optaron por su habitual deriva de intentar utilizar la agresión para atacar al contrario, en este caso al PP, fundamentalmente. La violencia engendra violencia. Y la insensatez política y su falta de serenidad también. El PP, a través de sus dirigentes locales, provinciales y autonómicos, estuvo rápido y contundente en la condena de la agresión y la solidaridad con la víctima, un rival político. Impecables. Como impecable estuvo el dirigente del PSOE leonés, Javier Cendón, agradeciendo el gesto de los populares y contribuyendo así a rebajar la tensión en medio de un episodio de violencia inaceptable.
Instrumentalizar políticamente la agresión a un compañero es tan deleznable como seguir instrumentalizando a las víctimas del terrorismo. En cualquier caso, nada nuevo bajo el sol de la política de Castilla y León. Hay gente que sólo sale a flote en el lodazal de la política, víctima de sus propios complejos, de su mediocridad y de sus fracasos. La concordia no es la norma unilateral que han presentado VOX y PP en el parlamento autonómico. Pero la concordia dista mucho de la actitud tan diferente que han tenido dirigentes socialistas tratando de sacar rédito a la deleznable agresión. Sólo tenían que haber escuchado a Olegario Ramón y obrar con su serenidad. Ni siquiera teniéndolo tan fácil han sido capaces de acertar. Igual piensan que la concordia es ponerse a encender las redes contra el oponente en pleno fragor de un episodio de violencia contra un político. VOX también debe recalibrar su peligrosísima estrategia de alentar escraches contra los oponentes políticos. Eso no es libertad de expresión. Es acoso e intolerancia inaceptable, y el caldo de cultivo para que ocurran desgracias.