LOS TRABAJOS Y LOS DÍAS II
Olé
¿Tú verdad? No, la Verdad,
vente conmigo a buscarla.
La tuya, guárdatela.
Antonio Machado
Con el comienzo de la temporada taurino vuelven los enfrentamientos entre seguidores y detractores, hasta el punto de que recientemente se han hecho públicas algunas encuestas, curiosamente politizadas. Así vemos como han vinculado las preguntas a intentar ver como los conservadores son partidarios de las corridas de toros y los de extrema izquierda contrarios.
Nosotros, defensores del mundo del toro, como hemos manifestado diversas veces en las páginas de este mismo medio de comunicación, siempre hemos pedido respeto para ambos sectores, aunque vemos que el respeto se da solo en una dirección.
Recordemos una realidad. "Mi libertad termina donde empieza la de los demás", frase atribuida a Jean Paul Sartre o "La libertad de uno termina cuando comienza la libertad de otros", atribuida a Jacques Rousseau. Es lo mismo y no vamos a entrar en las magníficas disecciones publicadas al respecto por el filosofo Félix Martínez.
Y todo esto nos viene a raíz de la reunión celebrada recientemente en Zamora bajo el epígrafe de: I Encuentro Internacional de Capellanes y Sacerdotes Taurinos.
Estas jornadas, programadas con el objetivo de plasmar la convergencia entre la espiritualidad y la tradición taurina, estuvieron organizadas por la Delegación de Patrimonio de la Diócesis de Zamora y la Asociación Internacional de Tauromaquia, con el apoyo de diferentes instituciones.
En las diferentes intervenciones han participado periodistas, sacerdotes, capellanes de plazas de toros, un cirujano, etc., de ambos lados del Atlántico.
La riqueza de las aportaciones ha sido importante al venir de diferentes sectores, pero queremos destacar algunas de las palabras del cardenal Porras Cardozo: "la tauromaquia es una celebración profana, pero no pagana", curiosamente también afirmó que: "uno no va a una corrida a disfrutar, sino a aprender". Y concluyó diciendo: "en un mundo tan plural no podemos ser intolerantes".
Esta convención ha traído a nuestra mente la bula: "De Salutis Gregis Dominici" del Pontífice Pío V, promulgada el 1 de noviembre de 1567, contra la pagana costumbre de lidiar toros.
Pío V, San Pío canonizado en 1712, fue un hombre de grandes capacidades y defensor a ultranza de los acuerdos tridentinos.
En su bula "antitaurina", que prohibía la asistencia y celebración de corridas de toros con pena de excomunión perpetua, decía entre otras cuestiones:
- " ... aún, en muchas ciudades y en muchísimos lugares, las luchas con toros y otras fieras en espectáculos públicos y privados, para hacer exhibición de fuerza y audacia; lo cual acarrea a menudo incluso muertes humanas, ...".
- "Por lo tanto, Nos, considerando que esos espectáculos en que se corren toros y fieras en el circo o en la plaza pública no tienen nada que ver con la piedad y caridad cristiana, y queriendo abolir tales espectáculos cruentos y vergonzosos, propios no de hombres sino del demonio,... prohibimos terminantemente por esta nuestra Constitución, que estará vigente perpetuamente, bajo pena de excomunión".
- "Y si alguno de ellos muriere allí, no se le dé sepultura eclesiástica".
- "Del mismo modo, prohibimos bajo pena de excomunión que los clérigos, tanto regulares como seculares, que tengan un beneficio eclesiástico o hayan recibido órdenes sagradas tomen parte en esos espectáculos".
-" Mandamos a todos los príncipes, condes y barones feudatarios de la Santa Iglesia Romana, bajo pena de privación de los feudos concedidos por la misma Iglesia Romana, y exhortamos en el Señor y mandamos, en virtud de santa obediencia, a los demás príncipes cristianos y a los señores de las tierras, de los que hemos hecho mención, que, en honor y reverencia al nombre del Señor, hagan cumplir escrupulosamente en sus dominios y tierras todo lo que arriba hemos ordenado".
Esta Bula no llegó a entrar en vigor en España y siempre tuvo enfrente al piadoso y prudente Felipe II, quien en su Consejo defendió esta actividad varias veces y prueba de ello y sobre nuestra tierra llegó a decir: "no os entrometáis a estorbar ni impedir el regocijo que hacían en la dicha fiesta y dejarles libremente celebrarla y regocijarla como hasta aquí la había hecho y correr los toros".
Esto fue lo que ordenó el Monarca en su Consejo de 1580, reiteró en 1590 y estableció definitivamente en 1594 a favor del concejo y de los vecinos de El Burgo de Osma.
Todo esto puede verse de forma amplia en el magnífico libro: "La Justicia del rey. Felipe II y el Consejo Real a favor de los toros" (Cálamo, Palencia, 2014), del que es autor el catedrático prf. Gonzalo Santonja Gómez-Agero.
Por cierto, la bula de Pío V, tampoco se publicó en tierras francesas.
Volviendo al inicio de este texto, solo podemos decir: ¡OLÉ!, por la decisión de la Delegación de Patrimonio de Zamora.