Heraldo-Diario de Soria

Editorial

La insensatez de dos concejales de Burgos que obran por ocurrencias

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Cuando un indocumentado llega a las instituciones a ejercer la política desde la ocurrencia y no desde el rigor y la responsabilidad ocurren las cosas que ocurren en el consistorio de Burgos. Ocurre que el vicealcalde, de VOX, se comporta como un necio, un negligente y un incompetente. Y no hay riesgo de equivocarse al calificarlo después de que pretendiera atribuirle a la Policía Municipal competencias en materia de control de inmigración, pasándose la legislación española por el arco de sus ocurrencias. Hay que acabar de una vez por todas con este tipo de payasadas, entendiendo payasadas en el más puro sentido despectivo del término. A la política no se va a hacer el payaso. Se va a servir con seriedad a los ciudadanos. Sin necesidad de generar zozobra e incertidumbre porque un día por la mañana, en plena campaña electoral, al vicealcalde, de nombre Fernando Martínez-Acitores, se despierte imaginándose que es Donald Trump y que puede hacer y ordenar lo que le da la gana al cuerpo de la Policía Municipal que rige su compañero Ignacio Peña, el responsable de Seguridad, también en el ajo de semejante desatino

La regidora burgalesa, Cristina Ayala, que ha tenido el infortunio de que le haya tocado en suerte un socio así para poder gobernar, ha actuado con agilidad desautorizando semejante payasada de individuo. Y estaría perfecta si además le retirar las atribuciones que le concedió un pacto de gobierno. Alguien que tiene este tipo de ocurrencias sembrando la alarma entre la ciudadanía es un peligro público en toda regla con competencias en sus manos. Alguien que obra con tal inconsciencia y desahogo es candidato a volver a las andadas. Al tiempo. A la vista de lo ocurrido de concejal raso ya es un riesgo, porque no tiene pinta de que tenga la tentación de ejercer su responsabilidad: dimitir e irse para casa a contar inmigrantes desde la ventana. VOX, alardea de ser la formación de la Ley y el Orden. Pues Acitores no parece estar demasiado conciliado con este credo, a la vista del desorden que gasta.

Dice el Gobierno que la decisión imposible de Acitores, pero intencionada, se adentra en los límites de la xenofobia, ese lugar donde se cobija el odio al diferente. Y no está desencaminado a la vista del afán por atribuirse competencias con las que vigilar la pureza espiritual de Occidente, pese a que nadie se lo ha pedido.

Es otro espectáculo tan innecesario como bochornoso al que el insensato edil ha sometido a su ciudad y a sus vecinos. No debe temer la regidora Ayala a la hora de adoptar medidas contundentes ante la gravedad de lo ocurrido. Porque si renuncias a la honra para evitar la guerra, tendrás guerra y habrás perdido la honra.

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