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El flamante concejal de empleo e industria del ayuntamiento de Soria, Gregorio García, se estrenaba la pasada semana ante los medios de comunicación –junto al presidente de la Cámara de Comercio e Industria de la capital–, para dar cuenta del convenio firmado entre ambas instituciones y que tiene por finalidad, bajo el lema: «Soria, una ciudad para vivir», atraer población y empresas a la ciudad. Muchos años ha tardado el ayuntamiento de la capital en poner sobre la mesa un plan ambicioso y de estas características. Pero como bien dice el refrán, nunca es tarde si la dicha es buena. Cualquier actuación que se haga en beneficio de atraer población y puestos de trabajo, debería de ser el `leitmotiv´ de cualquier gobernante y de toda administración. Pero solo con la acción política, créanme, no es suficiente. 

Está muy bien pensar en los que pueden venir a vivir e invertir, pero no se debería de olvidar a los que en su día apostaron por esta tierra, y con gran dificultad en muchos casos, continúan creando riqueza y manteniendo puestos de trabajo en la actualidad. Muchas veces hablando con amigos empresarios, terminamos asintiendo en la idea de que se tiende a poner muchas herramientas, planes y ayudas para potenciales emprendedores o empresarios, pero para los que ya están establecidos, jarabe de palo. Y digo que solo con la acción política no basta, porque también el ciudadano, eje principal de la sociedad, tiene su cuota de responsabilidad en el mantenimiento del tejido empresarial local. 

El comercio soriano, que es el que aquí nos debe de interesar porque es el que provoca de forma irrefutable una ciudad viva, viene sufriendo una merma importante en su actividad desde hace ya muchos años. No negaré que desde el ayuntamiento de la ciudad se viene ayudando al sector con distintas campañas –algunas con gran aceptación entre el público–, pero los ciudadanos, tienen también en su mano concienciarse y colaborar para que el comercio de la capital continúe con la puerta abierta. Internet y su amplio espectro con el que es imposible competir, ha hecho mucho daño al sector, y como digo yo, cada vez que se compra a través de la red, una luz de un escaparate se apaga para siempre en algún punto del país. Que no le podemos poner puertas al campo es una realidad; pero si queremos una ciudad dinámica, donde como reza el lema de la campaña municipal se pueda vivir –y muchos por tanto poder seguir viviendo de su trabajo–, la responsabilidad de cada uno también debería de hacer acto de presencia. El éxito o el fracaso del convenio firmado entre el ayuntamiento y la institución cameral, solo el tiempo lo juzgará. Tenemos un potencial maravilloso en esta ciudad, sí, pero si no protegemos al máximo lo que ya tenemos, lo que pueda venir ni de lejos suplantará lo que por el camino se quede. Si realmente queremos una ciudad para invertir y para vivir, este plan puede ser un primer paso. Pero que por ejemplo la aplicación de las medidas fiscales aprobadas por Europa para dar oxígeno a las empresas siga estancada, en un palo en la rueda que no nos podemos permitir.