De Calle a Calle
En la vida, y en el deporte, por supuesto, casi todo es cíclico. Una brevísima reflexión desde la óptica que se quiera, nos conduce a tan elemental conclusión.
Viene esto a cuento de la reciente incorporación de Aitor Calle como primer técnico del Numancia, de tal manera que el apellido Calle vuelve a aparecer en los espacios del deporte soriano después de varias décadas. Ha sido el fútbol, y curiosamente el Numancia, el que lo ha rescatado.
De Aitor Calle se han subrayado, después de obviamente su currículo profesional, sus raíces sorianas. Estamos, por tanto, en un episodio más de una historia que lamentablemente nos resulta de sobra conocida a los sorianos, sobre todo a los que seguimos aquí.
Pero vayamos un poco más allá y quede constancia de que Aitor Calle es hijo de Ildefonso Calle que, digámoslo cuanto antes, en sus tiempos de juventud fue destacado corredor ciclista. Un nombre, el de Ildefonso, que con más que probable seguridad dirá más bien poco o nada a las generaciones modernas, no así a las que vibraron con sus triunfos en aquel ciclismo soriano prehistórico federado –conviene resaltar lo de federado- en el que Ildefonso fue un adelantado pues ciertamente con él se inició una nueva y hasta entonces inédita etapa, que terminó siendo la más floreciente, en la que el Club Ciclista Soriano fue su principal y único impulsor. El ciclismo federado en Soria había sido desde siempre una utopía en la que ni siquiera se pensaba.
Ildefonso Calle corrió y ganó muchas carreras aquí, pues era sin duda el mejor y la referencia, por más que como el ámbito provincial se le había
quedado pequeño se vio en la imperiosa necesidad de salir a competir fuera y a disputar preferentemente las pruebas del calendario de Aragón encuadrado en el Club Ciclista Iberia de Zaragoza. Ildefonso Calle llegó a ser habitual en los campeonatos de España de Educación y Descanso con el equipo de Soria, del que siempre fue su líder indiscutible y en campeonatos nacionales federados, que eran otra cosa.
Entonces Ildefonso Calle llevaba ya algunas temporadas compitiendo con licencia federativa de Independiente, es decir, la del escalón inmediato inferior al de Profesional, que era el más alto. En la práctica, y para que se entienda, era de hecho un seudoprofesional, que le habilitaba para poder competir en carreras con ciclistas de la élite, de profesionales, vamos, como en realidad así fue.
Pero llegó un momento en el que Ildefonso Calle, consciente de la dificultad que entrañaba ser alguien importante en el ciclismo decidió colgar la bicicleta, estando todavía en plenitud, y se dedicó en exclusiva a su trabajo profesional. No tardó en marchar a tierras vizcaínas en búsqueda de nuevos horizontes, aunque jamás perdió su vinculación con Soria. De hecho, y de manera especial después de su jubilación, era frecuente encontrárselo de vez en cuando en la ciudad. Yo solía verlo y hablaba con él. En la conversación siempre sacaba a relucir a sus hijos y a la vinculación que tenían con el deporte. Uno de ellos, Iñaki, hizo sus pinitos en el ciclismo y llegó a correr en el Teka amateur cuando el cuadro cántabro era el que mandaba en el pelotón. Su hermano, Aitor, es el actual entrenador del Numancia. La última vez que vi a tan feliz padre, no mucho antes de su fallecimiento, fue la mañana de un jueves de mercado en la Plaza de Abastos. Lo recuerdo como si hubiera sido ayer.