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Editorial

El PP tiene que sacar de la política al degenerado del alcalde de Vita

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El alcalde del pequeño pueblecito abulense de Vita, Antonio Martín, es un mequetrefe de tres al cuarto. Un mequetrefe que se ha hecho célebre este fin de semana por subirse al templete de la orquesta y dar rienda suelta a sus perversiones y degeneraciones. Delante de grandes y chicos, acompañado por un impresentable que le hacía coros y sin que nadie se atreviera a bajarlo a gorrazos del escenario ante las degeneraciones que entonaba. Pero el hecho de que Vita sea pueblo pequeño no supone que tenga que soportar un día más a este energúmeno. Hay que sacarlo del consistorio. Y de ello tiene que encargarse el PP de Ávila. Fundamentalmente porque fue el que lo metió.

No es descabellado que entre tantas listas electorales de municipios se cuelen malas bestias. Pero de este calado hace mucho que no veíamos a una. No se sabe si en el festejo, cuando se subió al templete, estaba borracho, drogado, o ambas cosas. Lo cual no sería un atenuante. No estarlo sí es un agravante para un individuo con su avanzada edad y al que se le ve gozar y disfrutar en la canción, como si lo estuviera viviendo. Habría que revisar sus antecedentes, a la vista de tal demostración.

En cualquier caso, el PP de Ávila, a cuyo frente está el siempre riguroso Carlos García, es el que tiene que ocuparse del individuo y adoptar las medidas necesarias, por las vías que sean precisas, siempre al amparo de la ley y el código penal, para que esta clase de cerdo degenerado deje de representar a los vecinos un día más. Ya está durando demasiado.

Es lamentable la estigmatización de la política rural, la más abnegada, por culpa de este tipo de personajes, que van anidando donde les dan cobijo para estar en un puesto de caciques, aunque sea de lugares pequeños. El 99% de los alcaldes de pueblo son gente sensata, involucrada, seria, serena y la antítesis del Antonio Martín este. Lo que es extraño es que en el PP nadie conociera, aunque fuera de oídas, los gustos y maneras del individuo. Por el vídeo se le ve cómodo interpretando el papel de degenerado pederasta. Y se le ve que no es la primera vez que entona la cancioncilla y su retahíla, que la tenía memorizada. No puede dar más asco el personaje. Por eso hay que sacarlo del consistorio, de la representación de los vecinos y de la política. No vale sólo con que el PP diga que lo expulsa de sus filas y con eso quede complacido. El PP tiene buscar todos los mecanismo y esfuerzos para sacarlo, porque fue el PP el que lo metió en el consistorio bajo sus siglas.