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La vuelta de la vacaciones del verano, dónde quedan ya, está siendo calentita en la política de Castilla y León, con el momento cumbre vivido ayer en ese mausoleo de las Cortes autonómicas que asienta en la avenida Salamanca de Valladolid. Un momento por todo lo alto que se resume en una ‘tocata y fuga de... Luis Tudanca’. A buen entendedor...

Claro que para ‘tocata y fuga’ la perpetrada por la multinacional Bimbo en Valladolid, que le da con la puerta en las narices a los trabajadores. Ahora aparecen los políticos, todos sin excepción, y vuelven a hablar de frente común, de buscar soluciones, de oponerse, de si esto es una decisión unilateral... y toda esa retahíla que tienen bien aprendida en ese manual de político con el que dicen mucho y, las más de las veces, nada hacen.

Lo que sí deberían hacer es escuchar a los trabajadores, que ellos sí que hacen y saben, cuando aseguran que «si Bimbo dice que se va, es que se va». Y yo le añado, no es que se va, es que ya se ha ido. Es lo que tienen estos gigantes multinacionales que deslocalizar, cerrar una fábrica y despedir al número que sea de trabajadores no les cuesta nada. Entre otras cosas porque ya se han llevado calentitas infinidad de ayudas públicas y las que les rondará allí donde permanezcan.

Sólo alguna pregunta: ¿Nadie lo vio venir? ¿Nadie en el comité de empresa recibió señal alguna que le hiciera ver lo que podía pasar? ¿No ha habido merma de producción? Ninguna empresa, y mucho menos una multinacional de este calibre, echa el cierre así, de hoy para mañana, y sin ninguna explicación. Y por continuar con las preguntas, ¿no ha recibido subvención alguna en todo este tiempo Bimbo? ¿Cuántas veces se han interesado desde las administraciones por la situación de la empresa y sus trabajadores?Sospecho que una o ninguna. Claro que aquí no a todos se les puede medir por el mismo patrón. El alcalde de Valladolid, como el de cualquier otra ciudad, poco o nada puede hacer contra un cierre así, más allá de capitalizar el frente común contra una huida a traición que va a dejar en la calle a 200 familias. Quienes sí pueden hacer, y ya están tardando, son la Junta y el Gobierno. Gobierno al que, por ahora, ni se le ha oído. Será que el subdelegado de Valladolid, de nombre Jacinto y apellido Canales, tiene muchas cosas más importantes que hacer.

Ellos son los que tienen los resortes y los mecanismos para plantar cara a una nueva deslocalización de una multinacional. Y, si no pueden evitar el cierre, que al fin y al cabo las políticas de las empresas las marcan las propias empresas, tienen la obligación de buscar las mejores alternativas para esas familias que van a ver cómo su trabajo y su futuro se va al limbo.

Es hora de que se muevan y que lo hagan con agilidad para frenar la nueva ‘tocata y fuga’ de una empresa de Castilla y León.