El FOMS y lo excepcional: Augustin Hadelich
Si el pasado fin de semana nos referíamos a la versatilidad del flautista Enmanuel Pahud a lo largo de sus intervenciones en esta 32ª edición del FOMS, la tarde de este sábado tuvo un protagonista absoluto y éste no fue otro que el violinista Augustin Hadelich, que fue recibido en el principal auditorio de la capital soriana, la sala “Odón Alonso”, del Centro Cultural Palacio de la Audiencia, con su aforo vendido al completo.
En esta segunda visita de la OSCyL a la presente edición del Festival, el encargado de la dirección fue su titular desde septiembre de 2022, Thierry Fischer, y cuyo programa estaba integrado por la Sinfonía en Re menor, de Juan Crisóstomo Arriaga, y la Suite Goyesca, reorquestada por Albert Guinovart desde Goyescas, o Los majos enamorados, op. 11, de Enrique Granados, por lo tanto, compositores españoles en la primera parte, y el Concierto para violín en Re mayor, op. 35, de Piotr Ilich Chaikovski, que comprendía la totalidad de la segunda parte.
En cuanto a la elección del repertorio, resulta grato que se programe una obra como la Sinfonía de Arriaga, compositor apodado el “Mozart español” y cuya prematura muerte, a punto de cumplir los veinte años, arrebató al que podría haber sido uno de los más grandes genios de su época. La plantilla en la primera parte estuvo reducida en la sección de cuerda, acorde con los rasgos estilísticos y estéticos del periodo, al igual que se emplearon timbales específicos para interpretación histórica, tocados con baquetas de madera. En esta primera parte, tanto violines como violas no estuvieron del todo acertados en algunos de los pasajes más delicados, principalmente en el segundo movimiento de la Sinfonía, a pesar del buen hacer tanto del concertino, con una gran soltura como solista e indicando todas las entradas a su sección, como de Fischer, con una dirección expresiva a la par que eficaz en todo momento. Al igual que en la intervención de la OSCyL el pasado fin de semana, la sección de viento madera, encabezada por sus solistas, realizó una actuación excepcional.
En cuanto a la segunda parte, resulta difícil encontrar las palabras para definir el virtuosismo, la belleza y la sutileza en la interpretación de Hadelich del (ya de por sí hermoso) Concierto para violín de Chaikovski. Hemos de señalar que el acompañamiento de la OSCyL estuvo a la altura del solista, perfectamente empastada y ajustada con la línea melódica del violinista, ya sin las inexactitudes de la primera parte. Respecto a Hadelich, podemos hablar de una interpretación memorable, no únicamente en esta edición del Festival, sino como la de uno de los mejores solistas que ha pasado por éste a lo largo de sus 32 años de historia, siendo capaz de cautivar al público, ensimismado ante el espectáculo que tuvo el lujo de presenciar, y que le correspondió con una prolongada y calurosa ovación, varios “bravo” y parte de los asistentes en pie. El violinista ítalo-germano-estadounidense obsequió a los allí presentes con dos bises, dados los insistentes aplausos; el primero de ellos fue Orange blossom special, a partir del tema de Erwin T. Rouse y Michael Cleveland, y, el segundo, Por una cabeza, de Carlos Gardel.
Dada la distribución del programa y el virtuosismo de Hadelich, incluso en los bises, tras esta segunda pieza, y los intensos e innumerables aplausos recibidos, la orquesta se despidió también, sin la presencia de Fischer, que cedió todo el protagonismo a este extraordinario solista internacional.