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Hace unos días, distintos exconcejales del ayuntamiento de Soria –de partidos y corporaciones municipales diversas–, firmábamos una carta publicada en varios medios de comunicación local sobre el ya famoso embudo de la cabecera del paseo del Espolón. Me temo que no servirá de nada. Toda propuesta o mejora que se le ofrece al actual equipo de gobierno en la ciudad tiende a caer en saco roto. Pero lo que subyace en el fondo de todo, es el empecinamiento del equipo de gobierno municipal socialista de no querer hacer nada por arreglar la chapuza que allí se hizo. Dos son los problemas allí presentes. Por un lado, la estrechez en la acera que crea problemas de movilidad a los peatones, y, por otro, la eliminación que se hizo del paso de cebra y que ahora obliga a dar una vuelta innecesaria con unas molestias que cientos de sorianos sufren –sufrimos–, al pasar por la zona. He dicho que allí se hizo una chapuza. Y sí, el que diseño en un espacio tan amplio esa entrada al parquin con ese muro tan pegado a la verja del parque de la Dehesa, debía de ser discípulo de aquel que asó la manteca. La eliminación del paso de cebra vino condicionada al supuesto peligro que la entrada y salida de vehículos podían ocasionarle al peatón. Pero cuentan las malas lenguas, que fue una fuerte tormenta que inundó el parquin hace años, lo que hizo colocar el famoso «lomo de burro» en lugar del paso de cebra para evitar la entrada de agua. Díganme una calle donde no haya peligro potencial de atropello y me callaré. Pero casualmente en el parquin del Olivo –unos metros más abajo–, tenemos un paso de cebra junto a la salida de este estacionamiento subterráneo, y que yo sepa no ha habido problema alguno. Como portavoz de urbanismo en la oposición la pasada legislatura, di una rueda de prensa in situ denunciando esta chanfla. Como ya he dicho, ni puñetero caso porque tan solo insinuar que la obra culmen del alcalde tenía alguna tara, era abrir la caja de los truenos allí abajo. Llegaron incluso a insinuar la atrocidad de retranquear el paño del muro de la Dehesa para ampliar el espacio del estrecho paso. Háganme caso, la familia del que aso la manteca tiene muchas ramas en esta santa ciudad. Pero insisto, ante los problemas, viene siendo tónica habitual no querer atajarlos por quien tiene las competencias para ello. Siempre pienso que cómo nadie hizo un seguimiento de lo que allí se estaba fraguando. Y esas chapuzas que después pagamos todos –In saecula saeculorum–, viene siendo habitual que estén apareciendo en otras obras de la ciudad como recientemente hemos visto también en el entorno de la calle Alfonso VIII donde se ha actuado a golpe de improvisación. Y espérate; porque el caos circulatorio que se avecina en Soria con tanta rotonda acompañada de farolas de diseño, va a dejar al embudo del Espolón en una mera anécdota…