Acoso escolar: Atender los avisos y alertas del Procurador del Común
La mejor forma de combatir los problemas no es asumiendo que todo está bien. Y ese es cierto vicio que tienen algunos estamentos. El Procurador del Común, cuya imparcialidad está fuera de toda duda, ha vuelto a poner el dedo en la yaga de un problema, que es el del acoso escolar. Lo ha hecho a raíz de un caso en el que dos hermanos tuvieron que abandonar el centro educativo, situado en algún lugar de Castilla y León, tras los tres años de Infantil sufriendo acoso de algunos compañeros. Se fueron a otro centro. Pues dice el centro y lo avala la Consejería de Educación que todo está bien y los protocolos han funcionado. Todo no puede estar tan bien cuando los que han tenido que salir del colegio son las víctimas, en vez de los verdugos. El argumento es comparable a lo del infame entrenador del Atlético de Madrid, Cholo Simeone, que culpó al agredido, el portero del Madrid, de la ira y la violencia de unos encapuchados, a los que, por cierto, tuvo la osadía incluso de ir a ovacionar por su gesta, que consistió en amedrentar a un jugador a mecherazos y secuestrar un espectáculo que estaba viendo el mundo entero. Algo no se debió hacer bien en tu equipo y en tu club, Cholo, cuando el que se tuvo que ir del campo fue la víctima.
No es la primera vez que el Procurador del Común, institución que dirige con enorme valentía y honestidad el catedrático Tomás Quintana, insiste en revisar los protocolos de lo que es un problema creciente, que lleva a otros problemas mayores, que es mejor no verbalizar por lo terribles que a veces son. Y no es la primera vez que la Consejería dice que todo está correcto. Y no debe estar muy correcto. Y no es la tarea de la inspección aplicar el mero corporativismo para dar coartada a los responsables de los centros escolares. Porque esto va colando hasta que ocurre una tragedia. Esto nos recuerda al asesinato de la niña Sara en Valladolid. Que la entonces consejera de Familia, Alicia García, tuvo el desahogo de decir en sede parlamentaria que se había obrado a la perfección. Resultado, una niña de tres años violada y asesinada por la pareja de su madre. Y los protocolos se habían cumplido bien.
La enseñanza de la niña Sara nos dicta que a veces hay que revisar los protocolos. Especialmente cuando se trata de víctimas tan vulnerables como son los niños. No hay nada más indefenso que un niño. No estaría de más que los responsables de la lucha contra el acoso en la Junta se reunieran con el Procurador del Común para conocer sus aportaciones. Porque el Procurador, además de decir cosas y dar teórica, debe concretar aportaciones.