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Editorial

Cita en Moncloa con la lealtad de Castilla y León por bandera

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La presidenta madrileña, está mal aconsejada, lleva su personalismo político a un pulso absurdo contra Sánchez, que no hace otra cosa que agrietar la unidad de su partido y socavar la autoridad que le asiste a Alberto Núñez Feijóo. Ayuso sabrá cuál es el motivo de ese juego tan peligroso que no hace ningún bien a la estrategia del PP por acercarse a La Moncloa. Bien al contrario, atrinchera más a Sánchez en el gobierno.

Hace lo correcto y lo que se le presupone al cargo Alfonso Fernández Mañueco en acudir a la cita con Sánchez, como hacen el resto de presidentes autonómicos en el ejercicio responsable de su cargo institucional. Pero es que además Mañueco lo hace en el ejercicio de la lealtad que un político debe a su partido y a su líder. Mañueco nunca ha sido dado a estridencias. Y en este caso lo que tiene que hacer como jefe del gobierno de Castilla y León es ir a Moncloa para escuchar lo que tiene que contarle el presidente de España. Pero Pedro Sánchez también tiene que mostrar disposición a escuchar y atender las demandas de Mañueco, que son las de Castilla y León.

Demandas, algunas de las cuales viven empantanadas en la inacción de la política. Infraestructuras como la autovía del Duero, que ha vuelto a impulsar el ministro Óscar Puente, pero que requieren un empuje mayor en los plazos de ejecución. Es la arteria que vertebra Castilla y León, junto con la autovía del Noroeste, y requiere un impulso especial, después de haber sido ninguneada durante décadas por gobiernos de PP y PSOE. Aunque lo cierto es que todo el impulso que ha recibido esta carretera ha sido en los gobiernos de Zapatero y en esta última etapa de Sánchez. Sólo la era de Francisco Álvarez Cascos en Fomento supuso un impulso para las variantes de El Burgo y Ágreda. Con Rajoy y Ana Pastor todo era para Galicia y apenas migajas para Castilla y León. Algo que no cambió en exceso en los primeros cuatro años de Sánchez con Ábalos, el investigado, y la hoy presidenta de Paradores.

Monte La Reina es otro de los grandes compromisos del gobierno socialista, además impulsado por el PSOE de Tudanca, que ve pasar los años y apenas asoman desbroces en el asentamiento militar zamorano llamado a acoger a 1.200 soldados. Veremos si los vemos. De momento se ve lejos.

Castilla y León es una comunidad tan leal a España que sólo exige lo que le corresponde para el progreso de sus habitantes y, por extensión e inercia, del conjunto del país. Y esa es la diferencia que tiene que entender Sánchez, acostumbrado al chantaje insano de los independentistas.