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MÁS SE PERDIÓ EN CUBA

Ignacio Soria

El lío de los Soria Bonos

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No me cansaré de decirlo porque así lo pienso. La peatonalización del centro de la ciudad que partió a la urbe en dos hirió de muerte al comercio. Como no me gustaría ser injusto, diré que también otras casuísticas, unidas a la primera, han favorecido al complicado momento que atraviesa el sector. El comercio, desde la crisis de 2007 no ha levantado cabeza. Y los dos años de pandemia me temo que le dieron la puntilla definitiva. Si las ventas Online comenzaban a hacer daño en las postrimerías del siglo pasado, los malditos meses de confinamiento despertaron a la bestia en su máximo esplendor y el consumidor descubrió de forma más amplia —tuvo mucho tiempo para ello—, una forma rápida y cómoda de comprar casi cualquier cosa, dando paso a un hábito de consumo que se ha generalizado entre los más jóvenes, pero también entre otras franjas de edad y que antes lo hacían de forma más residual. El comercio local vive del consumidor, y si el consumidor cambia los hábitos y el pequeño comerciante no da con la tecla para adaptarse, toda la maquinaria se va al traste. Son muchos como decía, los factores que han modificado los hábitos de consumo. El económico, diría que es siempre el principal, porque todo ha subido de precio, y el cliente mira con lupa —como es lógico—, dónde gastar sus emolumentos. La aparición de la gigante apisonadora asiática bajo productos de discutible pedigrí, pero a la vanguardia de la moda y el bajo precio, es otro capítulo aparte que también ha dañado y mucho al comercio local. Y aquí poco se puede hacer, la verdad, salvo insistirle al consumidor, que quizás vale la pena pagar algo más y de mayor calidad, favoreciendo así a las empresas afincadas en España y no a miles de kilómetros. El comerciante no puede obligar a nadie a que compre en su establecimiento, pero el cliente, también debería de pararse de vez en cuando a pensar, cómo sería su ciudad de no existir el tejido comercial que tenemos, integrado por unos empresarios que cada día intentan —intentamos—, agudizar el ingenio para ofrecer un producto de calidad con trato profesional. De igual forma que le reprocho al actual equipo de gobierno municipal haber capado la ciudad con el consiguiente, a mi juicio, perjuicio comercial, es de recibo y de justicia, reconocerle también el esfuerzo que durante los últimos años viene haciendo con la emisión de los SoriaBonos en favor del comercio capitalino. Hace unos días en la televisión, daban la noticia de que en una provincia vasca iban a realizar algo parecido a lo que aquí ya venimos disfrutando. La semana pasada, se creó cierto lío con los SoriaBonos entre una asociación de comerciantes y el ayuntamiento a cuenta de las fechas y cantidades para la próxima campaña. No seré yo quien juzgue quien lleva razón, pero como suele decirse, “a caballo regalado, no hay que mirarle el diente”. Toda ayuda que se preste al sector, bienvenida sea. Y por ello, huir de polémicas absurdas y estériles, siempre es la mejor opción.