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Una muestra más de la total disociación de los políticos a la hora de afrontar y resolver los problemas de la ciudadanía, la encontramos en las recientes declaraciones del alcalde de Soria sobre la reclamación del alfoz para conseguir un transporte público coordinado en beneficio de la ciudad de Soria. En lugar de contestar que hará todo lo posible para conseguirlo, se descuelga diciendo que “si quieren tener transporte, lógicamente, como hacemos los vecinos de Soria, tendrán que pagárselo”.

¡Tendrán que pagárselo! Sin embargo, el cuento cambia respecto del futuro Centro de Refugiados. Allí se piensa dar alojamiento, manutención, atención social y psicológica, apoyo formativo y laboral a los extranjeros que, sin poner un duro, hayan solicitado protección internacional en España. Allí, el alcalde se regalaba hablando de “la identidad social" de la ciudad de Soria. Se trata, por tanto, de una identidad social de dos caras: una para los que la pagan y otra para los que no pagan nada. Paradójicamente, los primeros tendrán que seguir pagando mientras, los segundos, podrán disfrutar de todo sin poner un duro. Quizá, esto sea demasiado social para mí.

"Soria no tiene puertas, está abierta absolutamente a todos: a los vecinos de Garray, de Los Rábanos, de Golmayo, de El Burgo de Osma, de Almazán, de Medinaceli, de Arcos…” –continuaba la martingala- empero “lo que no van a hacer los vecinos de Soria es pagar el transporte de la conexión con Golmayo". En Soria se juega en toda la pista –léase, provincia- y son los sorianos, muchos de ellos del alfoz y de la provincia, los que sostienen a esta ciudad, tan suya y tan social, con sus compras e inversiones. Quizá, esto sea demasiado para él.

La reacción de Benito Serrano, a la sazón alcalde de Golmayo, señalando que los municipios cercanos a la capital “nunca hemos dicho que nos regalen nada, lo que estoy diciendo es que la Junta de Castilla y León financia al 60% el transporte público en todas las áreas metropolitanas de todas las provincias, excepto en Soria porque hay un señor que se llama Carlos Martínez Mínguez que se ha negado", hace que las afirmaciones del alcalde se tornen en un escarnio público para todos los sorianos que, con sus compras e impuestos, sufragan todo.

La inmovilidad no solo afecta al alfoz. Tenemos una ciudad de Soria partida en dos y que, además, está patas arriba desde hace meses por todas estas obras que no concluyen nunca, siquiera parcialmente. Lejos de perseguir una mejor calidad de vida en Soria, las obras, tal y como están concebidas, persiguen que el Ayuntamiento cobre una subvención millonaria. Una reforma de los bulevares que, lejos de humanizar la ciudad, va a generar el mayor caos circulatorio de la historia. Al alcalde no le va ni le viene porque él ya no vive en Soria.

Está tratando de escapar de una ciudad convertida en escape room gracias a su afilado sentido del urbanismo. Un resultado quizá demasiado pobre para una preparación tan sobresaliente. Es algo parecido a que el Ayuntamiento prometiera una subvención millonaria a los vecinos que se tiraran por el viaducto. ¡Hombre (o mujer, en recuerdo de Errejón)! ¡Menuda subvención! No sé, llámame tonto, a mí me parece que a burro muerto la cebada al rabo. ¿De qué nos sirve cobrar la subvención si la circulación va a quedar penalizada para siempre? ¿Acaso con ella piensa rebajar los altísimos impuestos?

Nada de eso. La humanización de la ciudad seguirá justificando las subidas de impuestos. ¡Más impuestos y más complicaciones! Este es el resultado de intentar convertir un pueblo –que ya era Capital de Provincia- en una ciudad sin ningún sentido ni aprovechamiento para los vecinos. Una ciudad L’Oreal –porque yo lo valgo- donde la carestía de la vida y una incomodidad supinas terminarán espantando a cualquiera que alguna vez se plantee venir, incluidos los de FOES, generando una Soria más desahuciada que vaciada por la acción de estos cantamañanas.

Lo único que se mueve en Soria, gracias a este alcalde de la PPSOE, son los impuestos y el despilfarro. Siempre arreglan cosas que ya estaban bien o medio bien. Mientras, los problemas sin resolver siguen ahí (p.e. el ‘Embudo del Espolón’, el Cerro de los Moros, el personal del Ayuntamiento, un parking público para el Calaverón y otro para los Pajaritos, etc…). ¡Vamos a tener que convertirnos en refugiados para que nos atiendan!