OPINIÓN
El planeta de los toros
Otro año más, vuelve el guirigay de ‘El Toro Júbilo’ de Medinaceli. Los animalistas llevan años luchando contra el mismo y las administraciones, local y autonómica, hacen lo propio con torpeza y con trampas. Un clásico de la administración española. Vaya por delante que estuve hace tiempo viendo esa tradición y me pareció algo periclitado y sin mucho sentido. No obstante, uno no siempre puede entender o compartir tradiciones que no ha vivido. Uno no siempre puede comprender lo que se esconde detrás, ni la íntima conexión que algunas tienen con el alma de un Pueblo al que no pertenece. Lástima.
El Juzgado de lo Contencioso-Administrativo Nº 1 de Soria parece que sí puede, y ahora, en 2024, toma partido concediendo la misma cautelar de suspensión que, no obstante, denegara en 2023. El asunto sigue como entonces pendiente de resolución firme. Cierto es que, entremedias, con fecha 02.09.24, el Juzgado dictó una sentencia estimando la pretensión de PACMA de acabar con la celebración de ‘El Toro Júbilo’ por el “claro sufrimiento, hostigamiento y maltrato físico y emocional a un animal, contrario a los principios de bienestar y naturaleza de ser sintiente que prevé la normativa básica del Estado y los propios principios de la UE”. Empero, no es menos cierto que el asunto se encuentra aún sub iudice en el TSJ de Castilla y León, tras la apelación cursada por el Ayuntamiento y la JCYL al alimón.
La doble instancia es un derecho del justiciable. Procura la revisión, tanto de la deliberación como de la aplicación del Derecho, efectuadas en la instancia por un superior jerárquico. Se hace para evitar errores judiciales y resoluciones contradictorias. En este caso, pasando del principio anterior y de la imparcialidad e independencia que se predica del juzgador, se concede una medida cautelar que, entonces y en el mismo contexto, fue desestimada. Ahora, cuando la cuestión está ya en otra sede judicial distinta, en el TSJCYL, esa cautelar no solo no tiene ningún sentido, sino que, en mi opinión jurídica, constituye un clamoroso fraude de ley y una desviación de poder como la copa de un pino.
Estamos ante una cuestión cultural. No estamos analizando un matadero industrial. En este sentido, el 13 TFUE, invocado por el juez, señala con tino que “al formular y aplicar las políticas de la Unión en materia de agricultura, pesca, ... la Unión y los Estados miembros tendrán plenamente en cuenta las exigencias en materia de bienestar de los animales como seres sensibles, respetando al mismo tiempo las disposiciones legales o administrativas y las costumbres de los Estados miembros relativas, en particular, a ritos religiosos, tradiciones culturales y patrimonio regional”. A mayor abundamiento, los Arts. 44.1, 46 y 149.2 CE obligan a los poderes públicos españoles a garantizar la conservación, la promoción y el enriquecimiento del patrimonio histórico, cultural y artístico de los pueblos de España y de los bienes que lo integran, entre los que se encuentra, nos guste o no, este ‘Toro Júbilo’. La primacía de ambas normas exceptúa la aplicación de la normativa sobre bienestar animal a una tradición cultural como es ‘El Toro Júbilo’. En consecuencia, la medida cautelar adoptada carece del necesario fumus boni iuris para ser considerada legal. Así las cosas, el abuso animal está por determinar, pero el abuso de derecho de esta cautelar es cristalino.
Estamos ante una batalla cultural donde el toro está en el centro de la contienda. Estamos hablando, pues, de la propia concepción de España, donde el toro es un rasgo distintivo a nivel internacional. Marca España. Sin embargo, algunos quieren decidir por todos que el toro c'est fini. ¿Dónde nos lleva todo esto? A que no sepamos que es España. A que no sepamos de dónde venimos ni, por tanto, adónde vamos. A que nos puedan manejar a su antojo. ¿Por qué el ‘Toro Júbilo’ puede ser abolido y los ‘Sanjuanes’ no? En los sanjuanes sufren muchos más toros y muchos más caballos y algunos a los que el morapio les supera, sin embargo, fíjate tú, todos ellos no merecen la protección del toro de Medinaceli. Curioso.
Desde luego, las tradiciones y ritos no son un valladar infranqueable. Empero, tampoco lo es el bienestar de la fauna y la flora en su condición de seres sintientes. Ese camino nos llevaría a la extinción porque nos servimos y nos comemos, tradicionalmente, a esos seres tan majos. Sin embargo, no están en pie de igualdad con el ser humano. Eso sería entrar en la distopía de ‘El Planeta de los Toros’. Se trata de un problema cultural que debe ser resuelto democráticamente votando, bien todos respecto a ese conjunto de tradiciones, bien los del pueblo correspondiente circunscritos a la suya propia, para decidir si se mantiene dicha tradición o no. La tradición es del Pueblo, no es de los políticos. Reflexiónalo, pero, por favor, no confundas a Mogli con Balú.