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Editorial

PP y VOX en Burgos: un esperpento al que Cáritas ha puesto en evidencia

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La alcaldesa de Burgos, el PP de Burgos y VOX de Burgos deberían tomarse este fin de semana para reflexionar qué hay de pertinente en montar un escándalo, un jolgorio y un esperpento a cuenta de negar subvenciones a unas oenegés para acabar reculando y quedándose en evidencia ante la ciudadanía. Bien es cierto que lo han hecho acuciados por la creciente presión social que generó especialmente la honestidad y valentía de Cáritas que se negó a formar parte de lo que parecía una especie de chantaje. Deberían reflexionar y, en el rincón de pensar, analizar qué han hecho tan mal para haberse autoestigmatizado sin necesidad. En cualquier caso, aunque hayan tardado 72 horas, la dicha es buena y rectificar es de sabios. No hacerlo es de Mazón.

La alcaldesa, Cristina Ayala, se supone que ha aprendido, previo innecesario desgaste, que la política, cuando se ejerce con talla y valentía, exige a veces plantarse ante exigencias impensables, improbables e imposibles, como las que planteaban sus socios de VOX. Y a partir de ahí, adelante con los faroles. No midió y estuvo notablemente escasa de olfato, no sólo político, sino, lo que es más preocupante para ella, social. En la Galicia de Feijóo dirían que non as cheira (no las huele). Debe revisar sus análisis y los de sus asesores. Sólo cuando Génova tocó la corneta se dieron por aludidos en el PP de Burgos. Bastante tienen con el lío de Mazón, como para soportar ahora otro, que supone enfrentarse a Cáritas o Cruz Roja, organizaciones de intachable prestigio social en España. Organizaciones patrióticas de verdad, no de boquilla. La patria reside en las convicciones y los valores, no en la ideología. Ese es el verdadero patriotismo, no el que presuntamente se exhibe en la muñeca en forma de pulserita barata, comprada en un rastrillo a un inmigrante que intenta ganarse la vida como puede. Horas antes el mandatario vallisoletano, Jesús Julio Carnero, acuciado por exigencias similares de sus socios, VOX, ya advirtió que por ese camino no iban a transitar, al menos en su compañía. Aseguró que mantenía los 430.000 euros de subvenciones a colectivos sociales que se aprobaron el año pasado con el beneplácito y el voto activo de VOX. Una coalición, aunque sea de dos, no soporta vivir tensionada constantemente por asuntos menores y caprichos ideológicos. VOX debe revisar y analizar si es consciente de que es la parte débil de los pactos de Burgos y Valladolid, y acomodar sus decisiones a la aritmética plenaria. Pero también debe hacerlo el PP, para que no le vuelva a temblar el pulso a la hora de poner en riesgo sus convicciones de partido civilizado. Y también evitar ridículos innecesarios, porque la caridad empieza por uno mismo.