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Pacma logró su objetivo y el pasado sábado el Toro Jubilo de Medinaceli no se celebró. Llevaban años boicoteando y tratando de evitar la celebración de un acto con mucha historia y tradición en este municipio soriano, y finalmente han logrado su meta gracias a la acción del juez en cuyas manos cayó el asunto y que sin pestañear dio el mazazo —como hacen los togados en las películas americanas—, pero no en el estrado sino en el corazón de los medinenses. La Junta de Castilla y León había dado el beneplácito a la celebración de este festejo al haberse presentado la documentación en plazo y forma, pero no sirvió de nada salvo para que por parte de una fundación animalista se pidiera la dimisión inmediata de la Delegada Territorial del gobierno regional en Soria, dando un argumento más para los que pensamos que aquí y para algunos, el toro es lo de menos si a cambio ganan en popularidad (que es lo que buscan), ocupando los espacios en los distintos medios de comunicación. “Agitprop” lo llamaban en la Rusia bolchevique. Estamos llegando a unos límites que rozan lo kafkiano, créanme. Un país en donde se protege más la vida de un animal que la de un ser humano no nacido, es para hacérselo mirar. Cualquier día a los que somos cazadores nos harán preguntarle a la liebre o al conejo antes de apretar el gatillo si tienen mujer e hijos a su cargo. Pero bromas aparte, lo que subyace de esta decisión judicial contra el toro de Medinaceli es más trascendental de lo que parece. Desde hace tiempo en este país hay un intento por borrar todo lo relativo a la Fiesta Nacional y con ella al mundo del toro. Para muchos, lo del Toro Jubilo les parecerá un asunto menor; pero en cuanto se abre la veda a este tipo de decisiones, otros festejos pueden llevar el mismo camino abolicionista. ¿Se imaginan si cae una denuncia por maltrato animal vísperas de un Jueves La Saca o un Viernes de Toros en manos de un magistrado y en base a no sé qué argumentos decide suspender alguno de estos festejos? Me van a decir que nada tiene que ver una cosa con la otra y que soy un tremendista, ¿verdad?, pero tampoco pensábamos hace unos lustros que veríamos a los que aplaudían el tiro en la nuca y la bomba lapa cogobernando este país, o que jueces anularían sentencias dictadas por otros jueces a políticos condenados por corrupción, y ahí lo tenemos todo bien fresquito. De todo el entramado económico que el mundo del toro tiene a su alrededor, y de lo que a nivel particular y en su parte alícuota supone esta tradición para Medinaceli y sus vecinos, nadie se ha parado a valorarlo. Y así nos va. La que ha liado, Sr. Juez.  Pero como siempre, nos tocará acatar la decisión judicial, porque también en eso somos más educados que muchos que cacarean por los animales y el campo, pero no saben después ni diferenciar el trigo de la cebada o a un burro de una mula. La que ha liado, Sr. Juez. La que ha liado…