REPORTAJE
Llaves, móviles y gafas, los objetos que más se pierden
Que tire la primera piedra quien nunca haya extraviado nada. Para los casos en que no responda San Antonio de Padua, está la Policía Local adonde van a parar los objetos perdidos. Si no todos, muchos, todos aquéllos encontrados por alguien que, en vez de quedarse con el hallazgo, decide entregarlo en la Oficina de Objetos Perdidos. Llaves, móviles, gafas y también carteras encabezan el listado de objetos que llegan a esta oficina administrativa, donde la llegada de móviles ha aumentado considerablemente en estos últimos años. «Hay muchísimos», indica el jefe de esta oficina, Enrique Gómez Barrera.
Hallazgo, depósito y devolución de objetos perdidos aparecen regulados en el Código Civil, normativa que cifra en dos años el tiempo en que un objeto perdido ha de permanecer guardado en caso de no aparecer el dueño. «Si por lo que fuera no se reclama el objeto y su dueño no aparece, tiene todo el derecho sobre él la persona que lo ha encontrado», indica Gómez Barrera, que pone cifras a los extravíos. El registro cuantifica en 90 los objetos recogidos durante el pasado año. Un rápido examen permite saber que sólo en 29 casos lo reclamó el propietario, la tercera parte. Al margen de los datos de este último año, por lo general «hay tanta gente que viene como que no. La media está en el 50-50», agrega el jefe de Objetos perdidos, según el cual siempre se da salida a los objetos. «Esto no es Madrid y no es necesario hacer subastas», añade.
Estas cifras requieren una puntualización: entre los objetos registrados no figuran llaves ni gafas, que es precisamente lo que más se extravía. «¿Cómo registras un manojo de llaves o unas gafas? Solemos dejarlas en una caja en espera de que vengan a recogerlas», aclara el responsable de este departamento, al que también llegan joyas (anillos, pendientes, pulseras, relojes...); recoge pelos; carteras; ropa; bolsos; paraguas; bolsas de piscina y hasta en alguna ocasión prótesis dentales. «Resulta un poco fuerte, pero es así», añade Enrique Gómez Barrera.
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