Heraldo-Diario de Soria

SORIANOS POR EL MUNDO

Un ‘laowais’ en el gigante asiático

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J. RAMÓN RODRÍGUEZ / Soria
Soria

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Duda de su futuro pero sabe que su estancia en el país que se ha convertido en la tercera potencia económica mundial es temporal a pesar de que en su día abandonó un puesto de trabajo estable en la multinacional americana fundada por Bill Gates, Microsoft. Sin duda, la vida de este adnamantino es cualquier cosa menos aburrida y tradicional.

Rafael Hernández acabó en China hace ocho años. Llegó en un momento en el que la República era un destino a esquivar. Acababa de estallar una nueva enfermedad infecciosa febril que bautizaron como Síndrome Respiratorio Agudo Severo (SARS). Rafael puso pie en China con una mascarilla de las que en ocasiones se utilizan en la granja porcina de su familia que apenas le sirvió durante media hora.

Hoy en día dirige una empresa llamada Grupo Barco International, dedicada a gestionar la importación de productos desde China, encontrar los proveedores más adecuados y proporcionar el suministro necesario de la manera más eficaz y segura, que tiene delegaciones en España, Costa Rica, Hong Kong y Shenzhen, en la República Popular.

Este exótico adnamantino vive y trabaja en la ciudad de Shenzhen, un antiguo pueblo de pescadores cuya población alcanza los 30 millones de habitantes que se encuentra junto a Hong Kong en lo que se conoce en círculos empresariales como la zona más industrializada del mundo.

Su presencia en China hay que buscarla en la llamada de un amigo de Zaragoza que luchaba por sacar adelante su negocio en el conocido como gigante asiático. «Me envió un email preguntándome si conocía a alguien que estuviera dispuesto a irse seis meses allí y ayudarle», cuenta este ejecutivo que hace tiempo que dejó de llamar la atención como extranjero en China, país donde se conoce a los foráneos como ‘laowais’.

La llamada tuvo un efecto inmediato. «Dejar mi puesto de trabajo en una gran empresa -Microsoft en Dublín- e irme a la aventura me parecía un poco arriesgado pero me pareció la mejor forma de dar un vuelco a mi vida profesional y dedicarme al comercio internacional que era lo que de verdad me gustaba», recuerda.

Aquellos seis meses le marcaron. Los recuerda como una «aventura», de la que acabó agotado y «con pocas ganas de volver». Sin embargó continuó en el negocio, realizando viajes intermitentes y desde hace tres años pasa la mitad del año en Shenzhen, una ciudad con «avenidas amplias, rascacielos y muchísimos parques y zonas verdes» en la que «no creo que me instale aquí de manera definitiva ni la considere jamás mi hogar. Demasiada gente, demasiado ruido. No hay un sitio donde relajarte excepto en tu casa. Para mi es un lugar de trabajo donde nunca paso más de cuatro meses seguidos».

Eso sí cuando está, los días pasan para este licenciado en Económicas y Empresariales a velocidad de crucero ya que siempre suele estar bastante ocupado. Pese a todo sabe extraer lo positivo y reconoce que el «secreto está en acostumbrarse a todo». «Los chinos en general me parecen gente simpática y risueña y muy trabajadores con una cultura muy distinta a la nuestra y unas costumbres que pueden resultar a veces chocantes...Pero cuando estas fuera de tu país siempre tienes que tener claro que el extraño eres tú y tienes que adaptarte a sus costumbres y no al revés», relata Rafael quien añade que «hace unos años no era fácil ver laowais, y la gente se me quedaba mirando por la calle o, incluso, los dependientes me seguían por el supermercado...Hoy las cosas han cambiado mucho ya no eres el centro de atención aunque son curiosos, se preguntan de donde eres y cuando les dices que español conocen al Real Madrid, el Barcelona y los toros». No obstante la seña de identidad es su origen. «Para mi ser soriano es exótico».

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