LA CAPITAL
Homenaje y recuerdo para los civiles fusilados en Soria hace 75 años
«O ellos o nosotros». Con este lema se encauzaba una campaña electoral en las elecciones de 1936 que fijaba firmemente los dos bloques ideológicos que marcarían el devenir del país. Tal y como narra Carmelo Romero en su libro ‘Soria, crónica contemporánea’, ni tanto los partidos ‘fascistas’ como la Falange y las JONS, y los nacionalistas de Albiñana como el partido comunista tenían por aquel entonces un elevado número de afiliados pero los referentes en esos momentos tenían nombres propios, Hitler y Stanlin. El triunfo a nivel nacional del Frente Popular trajo consigo la elección de Azaña como nuevo presidente de la República. Mientras, en la calle, el sentir era otro.
El pronunciamiento del 17 de julio era un golpe anunciado y aún hoy en día se conmemora tan triste efeméride que sumió a España en una guerra civil. La provincia de Soria, en esa época, carecía tanto de soldados y armas a excepción de menos de un millar de Guardias Civiles. Como apunta Romero en las páginas de su obra «desde el inicio Soria quedaba para el Movimiento y sin ser ‘frente de guerra’. De ahí que los únicos y escasos tiros que se iban a disparar en el frente de batalla fuesen en la zona de Medinaceli y Arcos, dada su proximidad a Guadalajara y Madrid. Los demás iban a ser en improvisados paredones, tapias de cementerio, barranqueras y cunetas».
75 años después y con muchas heridas aún abiertas los mismos escenarios se repiten aunque las armas y la complicidad de la noche se cambian por ramos de flores y caras al descubierto que aún hoy lloran a sus muertos. La antigua tapia del cementerio de la capital se convirtió en el lugar en el que muchos civiles perdieron sus vidas fusilados por defender una ideología diferente a la que se intentaba instaurar en ese momento. Hoy en día, tras una lucha sin descanso por parte de muchas organizaciones y asociaciones se ve cierta recompensa a tantas familias destrozadas. Una de estas entidades, Asociación Recuerdo y Dignidad, realizaba un acto en homenaje a esos fallecidos en el que estuvieron presentes numerosos familiares que recordaban una época que, a pesar de su juventud, le marcó de por vida.
A los pies de la tapia del cementerio la hija de Manuel Blanco, uno de los primeros fusilados en Soria, recordaba esos días. Redención, aunque sólo contaba con 5 años, y gracias a su madre, citó los momentos que llevó a su padre al escenario en el que ella se encontraba pero 75 años atrás. «Destrozaron mi vida y gracias a mis abuelos pudimos salir adelante». Así reflejó la única hija viva del fotógrafo Blanco la situación en que quedaron ella, su madre y su hermano después de que en la noche del 15 al 16 de agosto fusilaran a su padre. Entre las personas que compartieron tan trágico destino se encontraba el padre de Gaya Nuño, Juan Antonio Gaya Tovar, miembro del partido radical socialista. En la historia de este hombre el presidente de la Asociación soriana, Iván Aparicio, apuntó un detalle que hace más trágica la ejecución. La misma noche en la que ejecutaron a Tovar, se le encontró un papel en su ropa que era la resolución que le declaraba exento de los delitos que le habían impuesto.
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