SORIANOS POR EL MUNDO
El mejor lugar para aprender idiomas
Para una estudiante de Traducción e Interpretación que quiera completar su formación universitaria con una estancia en el extranjero Bruselas es una ciudad idónea. Y si no que se lo digan a Irene Miguel Sanz, una joven de 20 años que está cursando en la universidad Marie Haps de esta ciudad belga su tercer curso de la licenciatura.
«La experiencia está siendo muy buena porque tenía muchas ganas de venir», confiesa esta joven que, aunque es natural de Valladolid, se siente una soriana más, tal y como ella subraya con claridad. Su estancia en el extranjero arrancó el pasado 14 de septiembre cuando comenzaron las clases en Bruselas.
Allí, durante todo el curso académico, ha configurado un plan de estudios de acuerdo a sus asignaturas de España, y ha tenido entre tres y cinco horas de clase diarias. Alguna hora menos a lo largo de la semana que los estudiantes belgas. «Nuestra lengua de trabajo es el francés pero también lógicamente hacemos clases en inglés y alemán. Nos viene muy bien porque hemos convivido con Erasmus de otros sitios y practicar el idioma muy bien».
Compara la educación universitaria entre España y Bélgica, y revela que hay algunas diferencias, sobre todo en la estructura de los estudios. Y es que mientras en España combinan más teoría y prácticas desde el principio, en Bruselas se centran primero «en la base teórica» para después reforzar las prácticas en los últimos cursos.
Esta joven vive cerca de la universidad y no para. Siempre que puede y, al margen del tiempo que dedica a estudiar y preparar las clases, está en la calle. Oferta cultural no le falta. «En esta ciudad siempre hay cosas que hacer. Además la universidad siempre organiza muchas actividades y conferencias, y el parlamento está al lado y siempre vamos a laguna cosas».
Como hay tantas opciones, cada día en Bruselas es diferente para ella. «A mi lo que más me gusta son los conciertos. En muchos bares hay música en directo cualquier día. Es ir de un sitio donde apenas hay nada a eso como Soria a otro donde sí. En cualquier esquina te encuentras algo y por eso vivimos todo el día en la calle, sin parar».
Habla de la ciudad, y revela que si hay dos cosas que también le gustan de allí son el chocolate y las patatas fritas. «Parece que la ciudad huele a eso», sonríe. También está encantada con la costumbre de los belgas de echarse a la calle siempre que hay buen tiempo.
Todo ello sin olvidar el factor «multicultural» de esta ciudad. «Al estar el Parlamento europeo cuando vas por la calle oyes muchas lenguas y también vienen estudiantes de muchos sitios», confiesa. Además, en clase, al no ser un grupo muy numeroso en el aula en la que está con otros alumnos de Erasmus, ha hecho gran amistad con otros compañeros de muchos países diferentes.