SORIANOS POR EL MUNDO
La vida en la ciudad que «nunca duerme»
Londres fue el destino de Javier porque quería perfeccionar su inglés, además de encontrar un trabajo. Su empleo como profesor de educación infantil en una guardería- colegio privado, ubicado en el barrio de Fulham, le está ayudando a ello.
El pasado 11 de julio cumplió un año de residencia en «la ciudad que nunca duerme». Así la describe este joven profesor soriano que le ha sorprendido el elevado número de personas que se mueven todos los días por la ciudad. Da igual la hora o el día de la semana.
La capital inglesa es su primer destino internacional y también es su primer destino fuera de Soria, la ciudad en la que ha nacido y a la que regresa siempre que puede, «pero menos de lo que me gustaría», admite. Imparte clases en el colegio ‘Peques’
que funciona también como guardería anglo-española. En el centro realiza un doble horario, una semana entra a las 8 horas y sale a las 17 horas y la siguiente entra a las 9 horas y sale a las 18 horas. Cuenta con una hora diaria de descanso que aprovecha para comer. La distancia entre su domicilio y el colegio no es elevada «para lo que es Londres», puntualiza.
El trayecto lo suele hacer en metro y emplea unos 45 minutos. Cuando regresa a casa por la tarde dedica un tiempo a preparar las actividades para el día siguiente y suele sacar un rato para charlar con sus amigos a través de internet. Javier pasa el verano en Londres porque el colegio en el que trabaja también abre sus puertas como guardería y se tiene que cubrir el servicio. Por ese motivo los viajes que realiza a Soria suelen pocos, en Navidades y en San Juan, «ahora hasta el mes de septiembre no podré hacer una escapada porque he agotado todos los días que tenía de vacaciones», explica.
Reconoce que se adaptó en Londres mejor de lo que esperaba, «el idioma no supuso ningún problema porque había cursado hasta tercero en la escuela de idiomas y más o menos me defendía». En un año, Javier ha realizado una adaptación rápida a las costumbres y a las formas de vida «que al final no son tan distintas a las españolas». Sin embargo explica que las primeras semanas «no fueron muy fáciles, sobre todo hasta que conseguí asentarme y encontrar el primer trabajo», relata.
En su experiencia en Londres le ha ayudado mucho un amigo que también es soriano, con el que comparte piso en la actualidad, «en los momentos duros siempre resulta reconfortante tener a alguien cerca», dice Javier que reconoce que la familia y los amigos es lo que más echa de menos en el país anglosajón y, por supuesto, la comida de casa, «aunque siempre que voy a Soria lleno la maleta con los torreznillo y con el jamón que son tan buenos y que no se encuentran aquí», concluye.