Heraldo-Diario de Soria

SORIANOS POR EL MUNDO

Vivir a gusto casi al otro lado del globo

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P. PÉREZ SOLER / Soria
Soria

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Sus ‘antecedentes’ la sitúan en el Politécnico haciendo prácticas y preparándose para la oposición de profesor de instituto después de terminar Filología, con un año erasmus en Nottingham. De ahí a Brisbane sólo medió una decisión. Tras la congelación de las oposiciones, Beatriz Gil Hernández pensó «hacer algo diferente»: un curso de turismo en esta ciudad australiana, a la que arribó en octubre de 2012.

Desde entonces no ha parado. Imparte clases por las tardes, de lunes a viernes, y los fines de semana trabaja en un restaurante «para ahorrar algo extra y poder viajar mucho», lo que le apasiona. Ocupa sus mañanas en actividades de ocio o bien en preparar material para sus alumnos. Y todavía no ha dejado de sorprenderse de la familiaridad «con la que trata la gente de esta ciudad. 

Viviendo en un barrio relativamente grande, todos los vecinos te dan los buenos días y saludan, aunque sea la primera vez que te ven», destaca. Otra de sus sorpresas iniciales fue la disposición de la gente para ayudar en cualquier situación: «Aquí todo el mundo pide disculpas y da las gracias al conductor del autobús», explica. «En Australia hay muchas oportunidades, es muy fácil encontrar cualquier trabajo medio, con un sueldo muy decente», explica.

La contraposición es que la vida allí es cara, aunque los sueldos «lo compensan». Beatriz reconoce que «los extranjeros tienen algunas dificultades con respecto al tipo de trabajo que pueden hacer, pero no hay discriminación de ningún tipo», ya que una vez se validan las titulaciones «puedes optar al mismo rango de trabajos que cualquier residente». 

Esta soriana por el mundo apenas escucha hablar de crisis en Australia, tierra que se autoabastece y «no necesita ayuda de Estados Unidos ni de Europa», dice. Beatriz reside un pequeño barrio, desde el que se desplaza en tren al centro de la ciudad. «Es

muy barato y no hay ruidos ni estrés », comenta la joven en cuanto al transporte público de Brisbane, que «funciona muy bien». 

En su tiempo libre suele ir al bosque, a disfrutar de la naturaleza; a la playa, que tiene a 40 minutos en coche, y queda con los amigos, también españoles. Aunque le gusta relacionarse con todo tipo de culturas, «siempre te sientes más cercano a los de tu

tierra. Quedamos bastante a menudo», añade. Además, participa en actividades de la Casa de España, una asociación de españoles que hace poco se arrancó con la feria de abril.

Lo que en principio iba a ser una estancia de año y medio, se está alargando. En un principio le atrajo el clima, el idioma, el encanto de una tierra por descubrir... pero la vida ha ido sumando otras cuestiones y ha extendido su visado. Los planes de futuro de esta decidida soriana pasan por trabajar en un colegio que hay cerca de su casa, «en el que tienen un programa bilingüe de inmersión al español. Son alumnos adolescentes y, de momento, soy profesora particular de dos chicas», cuenta. No obstante, su

destino inmediato se llama Soria y tiene fecha en el calendario.

 

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