Sociedad-Religión
«Ni complejos ni miedos»
El arzobispo de Zaragoza reclama a las autoridades que sepan «unir esfuerzos» y busquen «el bien común» para el «desarrollo de Soria»
Diez años después de su última celebración de San Saturio, Vicente Jiménez Zamora, arzobispo de Zaragoza, volvió en loor de multitud para recibir el inmenso cariño de los sorianos en el día de su patrón. La Concatedral de San Pedro se colapsó para recibir las palabras del agredeño que, en su homilía de ayer, reclamó a las autoridades locales que sepan «unir esfuerzos» y busquen «el bien común» para conseguir el impulso y desarrollo de la provincia de Soria y, por extensión, también de la región.
Jiménez Zamora mostró su determinación y confianza: «Voy a poner las manos de San Saturio por los afanes y las preocupaciones de las autoridades del pueblo», apuntó.
La encomienda, inclusiva y generosa, también ponía en depósito «la vida de los sacerdotes, que son los que cuidan tantas parroquias, de los seminaristas, para que haya pastores, de las familias, de los jóvenes y de los niños. En definitiva que San Saturio atienda los deseos que hoy traemos todos los sorianos en nuestro corazón y que queremos ponerlos bajo la protección de nuestro glorioso patrón», detalló sin olvidar a nadie en sus prédicas.
Preocupado y sensible con la situación socioeconómica y demográfica de la provincia, mostró su esperanza más viva de cara al futuro. En este sentido apreció que, aunque Soria «se está despoblando y tiene ya menos de 90.000 habitantes, en 10.000 kilómetros cuadrados con cerca de 500 parroquias, pero tiene raíces cristianas, que suponen una solera, las que nos van a garantizar el futuro».
Su discurso, humilde y agradecido, reservó pasajes expresos para poner en valor el trabajo bien hecho «porque tenemos la suerte de contar con buenos sacerdotes, celosos de su labor, y seglares, muy comprometidos con la Iglesia, «porque ha habido una misión», manifestó el actual arzobispo de Zaragoza.
Con carácter más general expresó su opinión de que «no hay que acomplejarse ni tener miedo». Por contra, recomendó «confiar en el Señor, que nunca abandona a su pueblo y a su Iglesia. Por eso tengamos esperanza y sin miedos, caminemos en el seguimiento de Jesucristo».
Tampoco rehuyó ni la celebración ni el sentido de pertenencia por lo que el agredeño lanzó un mensaje «de alegría y de gozo» porque «estamos ante el patrón de todos los sorianos. San Saturio, desde su ermita, nos lanza un mensaje de permanente actualidad. Es un santo de ayer, pero para los tiempos de hoy».
La homilía, cosida con «cariño e ilusión», según confesión de Jiménez Zamora, contribuyó a difundir un mensaje de esperanza, en favor de la evangelización.
«Por eso yo también invito a todos a que secundemos en esta hora de nueva evangelización, el mensaje del Papa Francisco, que va por el camino de los santos».
La diócesis de Osma-Soria sigue a la espera de que se designe nuevo obispo. Vicente Jiménez Zamora no eludió ayer tampoco este asunto y dejó entrever, tal y como ya adelantara hace semanas en entrevista concedida a DIARIO DE SORIA EL MUNDO, la inminente llegada de un nuevo prelado para la sede soriana.
«Ojalá nuestra diócesis tenga pronto un obispo y un pastor, que sea prudente y fiel en medio del pueblo y que tenga fortaleza de testigo, audacia de profeta y que lleve también a este pueblo de Osma-Soria a peregrinar esta bendita tierra por los caminos del evangelio y por los caminos de la Iglesia, que hoy necesita el mundo y la sociedad», enfatizó.
El nombramiento que parece será efectivo este otoño, porque la nunciatura ya ha hecho las tareas previas requeridas, se espera con especial interés en la provincia y fuera de ella, donde también se está monitorizando todo el proceso con enorme detalle.
Entre los asuntos de los demás, el arzobispo de Zaragoza, que ‘suena’ como próximo cardenal despejó con una enorme sonrisa la pregunta a este respecto, afirmando otra vez más «que no hay ninguna base para esta teoría», porque lo que vaya a ser «solo los sabe el Papa Francisco y ni ha convocado Consistorio ni tiene una lista redactada».
La humildad de Jiménez Zamora volvió a encontrar refugio en un argumento, clásico y recurrente, muy de su estilo: «Como dice el salmo, no pretendo grandezas que superan mi capacidad».