QUINTA ESQUINA
Carmelo Gómez: «No leemos más porque requiere esfuerzo»
«Sabes cómo es alguien por cómo trata a un libro»/«Me parece horroroso tanto libro de autoayuda»/«Me gustan las bibliotecas por el silencio y la serenidad»/«No he leído aún ningún libro en e-book»/«Es bueno dudar»
Este libro de tapas duras tiene hojas de sentido común, salpicado de borrones y claridades. No es libro de citas ni grandilocuencias, sino proclive a la conversación natural y fluida. Libros así, que amen palabras como redención y lugares comunes tan desacostumbrados como el silencio, se antojan imprescindibles. Carmelo Gómez Martínez (El Burgo, 1967), bibliotecario de la villa y director de los Cursos de la Universidad de Santa Catalina, pone voz al título.
Pregunta.- ¿Qué poder confiere a la lectura?
Respuesta.- Todo. Todo el poder. Leer es un vicio, leer permite tener despierta la mente. Y leer es un riesgo porque también permite conocer cosas que antes no conocías. Con lo cual tiene todo el poder del mundo.
P.- ¿Y por qué no leemos más?
R.- Porque requiere esfuerzo. Puedes sentarte y ver y no necesitas ningún sentido más. Aquí se necesita poner también la mente. Y todo lo que es esfuerzo en esta sociedad es complicado.
P.- ¿El último libro leído en ebook?
R.- No he leído todavía ningún libro en ebook. Tengo uno pero todo lo leo en papel. Me gusta el papel, olerlo, tocarlo, ver la portada con sus ilustraciones cada vez que lo coges...
P.- ¿Por qué Santa Catalina es solo para el verano?
R.- Por circunstancias históricas. Fue una Universidad importante con los mismos derechos que la Universidad de Salamanca o la de Alcalá y por circunstancias a veces ajenas a la propia universidad, más bien políticas, desapareció.
P.- ¿Qué libro nunca confesará haber leído?
R.- No te lo puedo decir, pero con esto de que todo el mundo que escribe tiene capacidad de publicar, necesitamos verdaderos críticos que nos guíen para elegir libros.
P.- ¿Cómo ve tanta auto ayuda?
R.- No leo nada de eso. Y lo siento, pero prácticamente nada de lo que escriben periodistas ni informadores de televisión. Eso no quiere decir que no haya gente que escriba bien. Pero soy un poco alérgico a comprar un libro porque un personaje salga en televisión y escriba. Y tanto libro de auto ayuda me parece horroroso.
P.- ¿Qué puedo hacer en una biblioteca que no sea leer?
R.- Oír el silencio. A mí las bibliotecas me gustan por el silencio y la serenidad. Aparte de leer puede ojear libros que son verdaderas obras de arte en ilustraciones, fotografías. Puede ser como un museo.
P.- ¿Es más libre quien más lee?
R.- Es más libre en el sentido de que cuantos más conocimientos tenga, va a tener más posibilidades de elegir. Como todo. Si solo conoces una cosa, estás condenado a elegir eso. Y si el lenguaje es muy limitado, te perderás muchas expresiones, muchas palabras. El último libro que hemos leído en el Club de Lectura es 1984, de Orwell, que es un libro sobre la distopía. Crean un nuevo lenguaje que se llama Nueva Lengua, en el que suprimen al límite el número de palabras para hacer a la gente menos libre. ¿Cómo se puede manipular desde el poder, quitando palabras, quitando lenguaje, quitando expresiones?
P.- También dudará más.
R.- Creo que es bueno dudar. Quien tiene verdades absolutas, al final se convierte en un ególatra.
P.- ¿Cuándo un libro transforma?
R.- Pueden transformarnos. Hay gente que necesita esa visión que es la lectura y les ha transformado. En el club que tenemos –que es estupendo porque 18 personas leen el mismo libro– en muchas ocasiones hay siete u ocho interpretaciones. Y se ha dado el caso de que alguna vez se ha oído el comentario de ‘yo vengo con una idea y me voy con otra’. Eso transforma a la gente.
P.- ¿Su última victoria?
R.- Sacar los Cursos de Verano este año.
P.- ¿Qué tienen de nuevo unos cursos con 30 años?
R.- Cada edición es totalmente diferente, aunque sean las mismas instituciones y universidades.
P.- Recela usted de las novedades.
R.- Las dejo para cuando no lo son. Creo que la única novedad que he leído siendo novedad ha sido la Trilogía de Milenium.
P.- Dígame algo desconcertante.
R.- Te hablo de nuevo de 1984. La distopía habla de la posverdad, que se puso muy de moda en la proclamación del nuevo presidente americano. Este libro, que fue escrito en el 49, se volvió a agotar en Amazon en febrero. Últimamente en política se vuelve a dar esto. ¿Cómo nos tragamos que digan una cosa y la contraria? Y no pasa absolutamente nada. ¿Cómo tenemos políticos que nos dicen que se dejan la piel en las autovías y luego resulta que pasas y no están? Es curioso.
P.- Un verso que le cuente.
R.- «Vivo sin vivir en mí». Y mi estado es "me exijo a mí mismo y me consterno al encontrarme escaso".
P.- ¿Qué desespera a un bibliotecario?
R.- El ruido, el ruido molesta muchísimo. Y sabes cómo es la gente por la forma de tratar a los libros, cómo los cuida, cómo los coge, cómo pasa las hojas, cómo los mira, cómo los trata...
P.- ¿Qué curso abordaría en la Santa Catalina si pudiera?
R.- La historia de la moda a través del arte, compaginar arte y moda. Me gustaría que se diera ese curso.
P.- ¿Qué palabras le son imprescindibles?
R.- Ética y redención.