SALUD
Ricardo Nafría, el soriano que amasa una comunidad sin gluten
Su ‘Celiaco a los 30’ aúna a miles de personas para mantener la vitalidad tras el diagnóstico
El adnamantino Ricardo Nafría se encontró con un diagnóstico de celiaquía en la edad adulta. Para muchos sería una limitación, pero para él se convirtió en una forma de hacer piña, enseñar, aprender y mostrar que se puede disfrutar de la vida en toda su plenitud sin gluten.
¿Dónde puede comer un celiaco mientras visita la bella Florencia? ¿Cómo preparar unas buenas croquetas que sienten bien? ¿Con qué cervezas brindar con los amigos? ¿Por qué no compartir recetas para disfrutar de la Oktoberfest sin que la celiaquía sea un límite? Estas y otras muchas preguntas hicieron que surgiese Celiaco a los 30, un proyecto de blog y redes sociales que ya ha saltado al mundo real.
La comunidad en Twitter (@celiacoalos30) supera hoy las 11.700 personas; su perfil en Facebook comparte información con 16.000 usuarios; y el blog www.celiacoalostreinta.com se ha convertido en una referencia para cientos de personas, jóvenes o no, que ven que no están solos. Nafría explica que «hace más de 13 años que abrí mi primer blog personal. Por eso cuando hace siete me diagnosticaron celiaquía tuve la necesidad de expresar en un blog los cambios a los que me enfrentaba y compartir información sobre la enfermedad, el etiquetado, los restaurantes o recetas de cocina».
«El blog comenzó siendo una herramienta personal para simplificar toda esa información y hacer listados de restaurantes para los viajes. Sin embargo, otras personas que también eran diagnosticadas en la edad adulta se vieron identificadas y me di cuenta de que mi blog les ayudaba y ellos me ayudaban a mí», detalla el autor. Poco a poco fue convirtiéndose en una comunidad. «Fue haciéndose cada vez más complejo, incorporando los perfiles en redes sociales, una app para el móvil, vídeos en Youtube, catas de cerveza o reunir a 30 personas para cocinar comida india sin gluten».
Ricardo apunta que «nunca» esperaba alcanzar ese número de seguidores, y de hecho «no me gusta esa palabra. Soy consciente de que hay muchas personas a las que ayudo a superar barreras a la hora de viajar y a las que ayudo a comprender la enfermedad autoinmune que les han diagnosticado. Pero eso significa que hay muchas personas que pueden ayudarse entre ellas a través de las iniciativas que organizo y por supuesto, que hay muchas personas que pueden ayudarme a mí. Esquivo todo aquello que significa seguidores, visitas, followers y que huele a negocio en general». Lo suyo es vocación.
Uno de los capítulos más interesantes es el de sus viajes por el mundo creando paso a paso una guía para recorrer Europa sin que la celiaquía complique la vida. En su experiencia hay ciudades más comprensivas que otras. «Uno de los primeros viajes fue a París, donde había muy pocos restaurantes con opciones y sobre todo muy poca disponibilidad para escuchar y adaptar una simple ensalada».
En el extremo contrario «recuerdo con mucho cariño el viaje a Estambul donde disfruté de platos tradicionales y comí en restaurantes locales, eso sí previamente tuve que realizar una buena investigación y planificación. Un destino fácil es Italia, como para los celiacos italianos lo es España».
Realista, pero no de los que se resignan, el saber que era celiaco no fue un drama. «El diagnóstico fue una alegría porque llevaba más de un año y medio de pruebas sin encontrar el motivo por el que me encontraba tan mal. Saber que era celiaco y que controlando mi alimentación iba a recuperar mi vida, fue una gran liberación».
«Obviamente al principio fue complicado porque hay que aprender muchas cosas, explicar muchas veces lo mismo, concienciarse de que el resto de tu vida revisarás todo aquello que vas a comer y aceptar que hay muchas cosas que no podrás comer, pero al final sólo es comida». En una edad dorada para viajar, salir, conocer y disfrutar, consiguió que el gluten no le pusiese fronteras y que muchos estén siguiendo su ejemplo.
No obstante «me da mucha pereza cuando te encuentras con un celiaco mal informado, que transgrede su dieta y contribuye a la desinformación general con frases como ‘soy poco celiaco así que por un poco no pasa nada’, ‘conozco uno que se curó’, ‘sin gluten adelgaza...’. Por lo demás, puedo seguir viajando, comer fuera en muchos sitios o llevarme un sándwich, salir de fiesta, cocinar, apuntarme a un curso de repostería aunque no pueda probar nada o entrar en una panadería de pueblo simplemente para oler el pan recién hecho. Tampoco puedo comer gambas porque soy alérgico y no pasa nada. Aceptamos los límites y a seguir».
Esta actitud le ha llevado no sólo a convertirse en un referente para muchos celiacos, sino a recibir su apoyo. Ricardo explica que «el cariño que recibo es impresionante, seguramente por eso después de ocho horas trabajando saco tiempo y ganas para poder escribir en el blog». Esta trayectoria ha dejado anécdotas «como una celiaca a los 70 que me daba las gracias por la receta de croquetas; la pareja de novios que se conocieron en una cata de cervezas que organicé; la chica que consiguió que su novio recién diagnosticado volviera a salir con los amigos; gente que al verme en el anuncio de la Mahou se da cuenta de que me conocían» (sí, la cervecera le eligió como imagen); «que una chica de mi pueblo contacte con mi familia para conocerme; o conocer a otro Ricardo, soriano, celiaco a los treinta e intolerante a la lactosa como yo».
Por su parte Soria «ha mejorado mucho» con el paso del tiempo. «Cada vez que vengo puedo tomarme una cervecita con un torrezno en la Plaza Herradores, comer en Crepería Lilot que es 100% sin gluten o mis abuelos encuentran galletas sin butten, como dicen ellos, en el supermercado. Me encantaría poder organizar una ruta sin gluten para enseñar Soria y su gastronomía a otros celiacos».
En conjunto «sin duda» se ha avanzado mucho en los últimos años a la hora de ofrecer productos aptos para celiacos (y que puede consumir cualquiera sin mayor problema). «Es cierto que todavía queda mucho por avanzar y concienciar pero el avance es espectacular».
Aunque sigue pasando «la ITV celiaca» para controlar la patología, los avances van facilitando su vida. «Hace años cuando decías soy celiaco te preguntaban ‘¿celi-qué?’. Sin embargo ahora todo el mundo conoce a alguien que es celiaco y no es raro escuchar ‘tenemos platos sin gluten’. Queda mucho por explicar y concienciar, pero la sociedad ya sabe que existimos y que no somos una moda gluten free».