Heraldo-Diario de Soria

QUINTA ESQUINA

Javier Arribas: «Los artistas somos todos unos egocéntricos. Y quien diga que no, miente»

Dice que es más de tocar que de ver, pero la última ola a la que se ha subido es la realidad virtual, que aprehende pero ni palpa ni le ensucia las manos. Javier Arribas Pérez (Soria, 1976) crea a modo de un amante fiel que solo deja de ejercer (ni fotografía, ni esculpe, ni pinta...) cuando duerme. El resto del tiempo se vuelca al cien, lo mismo con la naturaleza soriana desconocida que esculpiendo el olvido de un pueblo, que documentando las entrañas de Soria o el Amazonas. Eso sí, hasta que la pulsión le dure.

Publicado por
P. PEREZ SOLER
Soria

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Pregunta.– ¿Cuándo y por qué mienten sus imágenes?

R.– Mis imágenes no mienten, la interpretación de cada uno es diferente. Yo las hago desde el sentimiento, no desde la mentira.

P.– Latidos... del olvido. Pero si es lo que mejor muere oiga.

R.– Sí, hay cosas que deberían quedarse en el olvido. Pero lo que trabajamos en Latidos, no: es recuperar memoria de muchos pueblos, imágenes, sentimientos. Pero no nos metemos en recuperar tradiciones.

P.– La imagen que le frena.

R.– No. Lo único que me frena es si cuando veo algo entiendo que ya sea la persona, el lugar, ha llevado un sufrimiento, o lo ha pasado mal, o tiene detrás una obligación. Que la otra persona o el lugar no quieran. Eso sí me frena.

P.– ¿Qué deberíamos dejar fluir?

R.– El sentimiento y la pasión hay que dejarlos fluir. Estamos todos como encorsetados, encasillados. En los pocos momentos en que realmente te expresas sin filtros es cuando tú tienes que hacer una obra y no tienes filtro de nada. Ni un lugar, ni comercial... En ese momento fluye la obra. Si entonces te dice el galerista, ‘oye Javier, que no te pases de medidas’, mal.

P.– ¿Crearía si no ganara dinero?

R.– De hecho lo hago. Yo soy profe para mantener un proyecto artístico, aunque me gusta ser profesor. Estuve dos años trabajando para una galería de arte y ganaba dinero, pero al final tu obra, lo quieras o no, se va encaminando a fines comerciales. Y ahí tuve que decidir.

P.– ¿Fotografiamos Soria porque no nos la creemos?

R.– Porque no la conocemos. Soria tiene un entorno que es una barbaridad, los mejores cielos de España y en un entorno de media hora lugares que es difícil encontrar.

P.– ¿Se pinta mejor contra alguien?

R.– Los artistas somos unos egocéntricos de mierda. Todos, y el que no lo reconozca miente. Primero eres tú, porque tienes esa necesidad de crear; primero es por ti.

P.– ¿Qué sentencia usted con su objetivo o con sus manos?

R.– ¿Sentencia? No me gusta.

P.– Tanto esfuerzo para que luego vengan otros y cuelguen diez fotos en FB y consigan 200 likes…

R.– Es así. Y si enseñas una teta, más. Otra cosa es para qué quieras eso. ¿Qué es más interesante, tener cuatro seguidores que realmente te aportan o 4.000 que no? Conseguir seguidores es fácil. Yo tengo varios proyectos, uno de ellos tiene muchos seguidores y muchos likes, Sensor Natural. La última foto son 100.000 visitas. Latidos del olvido es muy difícil llegar a mil. Sé lo que tengo que hacer para llegar a 100.000 pero el proyecto es diferente. Tengo especial cariño a Latidos del Olvido.

P.– ¿Por qué su búsqueda en las entrañas de Soria?

R.– Por la adrenalina, porque también soy adicto. Meterte ahí te sube la adrenalina y engancha. Porque a nivel de fotografía no se ha hecho antes en Soria y creo que es un mundo apasionante. Fines económicos, cero. Documentamos cuevas.

P.– ¿Por qué le dice más la naturaleza que la carne, animal o humana?

R.– No me gusta representar a personas. Mis esculturas son personas pero no rostros.

P.– ¿Qué accesorio le es imprescindible y casi vital?

R.– Pensar en mi cueva. Mi casa es mi cueva. No estoy en casa pero sé que está. Ahí está mi refugio. A mi casa van mis hijas y es mi entorno superprivado. Cuando hago viajes tengo que pensar que hay algo donde tengo que volver.

P.– La inspiración le llega...

R.– Estoy todo el rato. Tengo una mente hiperactiva. No paro. (¿Y la quietud?). Es que no paro. Una cosa lleva a la otra. ¿Por qué voy a parar? Pienso mientras hago y en cinco cosas a la vez.

P.– ¿De qué me sirve una ilusión óptica si es mentira?

R.– ¡Joder! Pues de la sensación. Es la sensación, es alimentar tus sentimientos. Qué más da que sea mentira o verdad… Es un planteamiento el que me haces desde la posesión. A mí lo de poseer me da igual. El término poseer no tiene sentido. A mí no me obsesiona tener, me da igual.

P.– ¿Qué aspira a capturar?

R.– Yo no capturo. El verbo capturar es como hacer tuyo. No. ¿Yo tener? Más que tener necesito estar.

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