Heraldo-Diario de Soria

SANIDAD

Los alérgicos al polen pasarán una «dura» primavera

Las consultas de alergología ven cada día diez nuevos pacientes/ La mayoría da positivo a factores ambientales, a alimentos o medicamentos

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MILAGROS HERVADA
Soria

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Lo mejor que le puede pasar al paciente alérgico ambiental, aquejado de los efectos del polen, principalmente de las gramíneas, es que esta primavera no pare de llover. Es la única manera de que esta nueva estación sea algo más «floja» en cuanto a la presencia de polen en el ambiente, porque, de otro modo, el pronóstico es que va a ser «una primavera dura», como señala el facultativo especialista de área en Alergología del Hospital Santa Bárbara de Soria, Jonatan Vicente.

La razón de este negro horizonte para los alérgicos al polen es la pertinaz lluvia que ha acompañado a la provincia en las últimas semanas y que ha hecho que «haya muchísima agua en el campo y en cuanto deje de llover la planta va a tener toda la humedad y el sol que necesita por lo que la polinización va a ser más intensa que el año pasado», concreta el especialista.

Así las cosas, la planta va a producir polen durante más tiempo y de forma continua, con lo que los alérgicos han de estar preparados para un periodo de un par de meses complicados para su salud. «Ha llovido mucho cuando tenía que llover y eso la planta lo aprovecha a tope», matiza.

Las gramíneas, esas ‘malas hierbas’ que inundan caminos y cunetas, el césped y todo lo que tenga forma de espiga, comenzarán a hacer de las suyas en breve, en cuanto suban las temperaturas y se minimicen las lluvias. Son la principal causa de alergias en la provincia, junto con el denominado plátano de sombra, seguidos de las cupresáceas, que llevan polinizando desde enero. En esta familia se engloban las arizónicas, plantas ornamentales que se encuentran en cualquier calle en tiestos ubicados para embellecer, además de sabinas o enebros. En tercer lugar figura el olivo, junto con el fresno y el lilo, si bien en Soria, afortunadamente para los alérgicos, no hay mucha presencia de estas especies.

La alergia es una enfermedad crónica que afecta ya al 25% de la población soriana, acercándose al 30% año a año, matiza Vicente, provocada bien por factores ambientales, alimentos o medicamentos. De ese porcentaje, más de la mitad son alérgicos ambientales, sensibles a elementos como el polen, lo que en la población soriana rondaría los 14.000 pacientes.

«Se van sumando los que ya eran y cada vez lo desarrollan más personas», explica el facultativo. En cuanto a las razones, no están del todo claras pero lo que sí es evidente es que contribuye a la proliferación de alérgicos la contaminación ambiental, «el aire que respiramos», apunta. «En Soria hay menos contaminación pero más polen», destaca, y matiza que las partículas de combustión de diésel pueden crear una nueva partícula en combinación con el polen ante la que el sistema defensivo humano responde con una reacción inflamatoria, que son los síntomas de la alergia.

Incluso los cambios de temperatura derivados del proceso irregular que están sufriendo las estaciones del año, además de las enfermedades de la propia planta, «que para defenderse segrega más proteínas». «Pero no podemos demostrar por qué», reconoce el alergólogo sobre una investigación que sigue avanzando.

Con este panorama, la opción es tratar de que el paciente pase el trance lo mejor posible con la ayuda de la medicación, puntualiza el médico.

La población alérgica aumenta en torno a un 1% anualmente y las consultas en el Hospital Santa Bárbara atienden unos 1.500 pacientes nuevos cada año, a una media de diez diarios. De esos 1.500, unos 700 son alérgicos ambientales. «Hay días de 25 o 30 pacientes, de los que una decena son nuevos», indica el facultativo, que junto con otro especialista se encarga de la consulta de alergología en el hospital. «No hay mucha lista de espera, porque estamos citando para finales de abril o principios de mayo», asegura. Es precisamente en estos días (ahora interrumpidos por las constantes lluvias) cuando acuden más pacientes a la consulta del médico de cabecera, que acabarán en alergología a lo largo del año.

«Lo bueno de la alergia es que se puede controlar, pero exige un compromiso a la hora de tomar la medicación», incide el especialista, quien recomienda que se comience el tratamiento con la aparición de los primeros síntomas y no se interrumpa hasta que el periodo de polinización finalice, lo que puede durar unos dos o tres meses, según el año hidrológico y las temperaturas. «Si dejan la medicación, como son antiinflamatorios que no actúan sobre el sistema inmunitario sino sobre los síntomas de la alergia, éstos aparecerían unas 48 horas después», añade.

Con todo, el mejor método para luchar contra la alergia es la vacuna, si bien no todos los pacientes son susceptibles de esta inmunoterapia. Es necesario realizar un estudio y depende de qué provoque la reacción alérgica, ácaros, epitelios, hongos de la humedad..., las posibilidades son múltiples. Las otras opciones se centran en los antihistamínicos y corticoides, también en sus modalidades nasales, y los broncodilatadores en caso de asma. El objetivo es paliar una enfermedad crónica «muy invalidante» por síntomas como la rinitis o la conjuntivitis, además del asma.

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