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QUINTA ESQUINA

Félix Miguel Valverde: «Tiene que ser la leche vivir en otro cuerpo, dar algo tuyo para que alguien viva»

Regala oxígeno y vida como si en ello le fuera la existencia. No lo hace por la suya pero tampoco la entendería sin este ejercicio resucitador que es donar sangre. Glóbulos rojos y leucocitos se le agolpan en las manos como queriendo gritar que la necesidad es continua y el tópico, una realidad cruel. Porque sí, mañana te puede tocar a ti.

Félix Valverde-V. GUISANDE

Publicado por
P. P. S.
Soria

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Pregunta.– ¿Cómo debe de ser eso de no tener sangre en las venas?

Respuesta.– No lo sé. Yo sí tengo. Pero hay mucha gente que no y le da igual una cosa u otra. No es mi caso.

P.– ¿Por qué se embarcó usted en esta cruzada?

R.– (Casi se emociona). Donar sangre es algo que ayuda a salvar a gente. Es algo que se necesita… un accidente u otra situación. Soy donante desde 2011. Me dio porque sentía esa inquietud de ser útil así, de contribuir de esta forma. Quiero que algo mío sirva para algo. Eso es pequeño y grande a la vez.

Soy también donante de médula, aunque hasta el momento no he podido hacer ninguna porque no se ha encontrado a nadie que sea compatible con la mía. Pero el día que me llamen seré el hombre más feliz del mundo, porque sé que ayudaré a una persona a que pueda seguir viviendo.

P.– ¿Qué hay más allá del tópico?

R.– La gente se tendría que dar cuenta de que gracias a las donaciones hay personas que siguen adelante. Y es verdad, mañana te puede tocar a ti, que necesites sangre y puede que no haya.

P.– ¿Cómo es la que Soria tiene en las venas?

R.– Creo que es buena pero insuficiente. Falta concienciación. La gente debe saber que es solo es un pinchazo y ayudas a muchas cosas.

P.– ¿A qué político le hace falta una transfusión urgente?

R.– Todos los políticos necesitan una transfusión de realidad, de lo que hay, del día a día. Eso es lo que necesitan. No me gustan los políticos. No van a lo que de verdad preocupa, la educación, las infraestructuras…

P.– Señor donante, ¿por qué nos da yuyu esto de extender el brazo?

R.– La verdad es que no lo sé, no lo entiendo. Hay personas que se marean, que tiene miedo a las agujas… Pero no creo que haya que tener ningún miedo. Lo que pienso es que no acaban de concienciarse de la importancia; tener el brazo así son 20 minutos y 400 gramos de sangre.

P.– Comente con grabadora lo que me ha dicho antes de los gusanos.

R.– Creo que una vez que estás muerto te van a comer los gusanos. ¿Para qué servirán entonces tus órganos? Considero que el cuerpo de alguien, el mío… tiene que servir para algo. Cuando yo me muera, que me incineren, si no me va a servir estar enterrado. Prefiero donar los órganos o que investigue la ciencia. Una vez muerto, al servicio de lo que se necesite.

P.– ¿A qué órgano teme más?

R.– A órganos no. Le temo al cáncer.

P.– Una frívola. ¿Y si nos inyectan sangre de alguien malvado?

R.– Será buena. Aunque sea malvado y haya cometido muchas perrerías, a ti te estará salvando la vida. Imagínate que es donante de médula ósea, tú la necesitas y es compatible contigo. Por muy malo que sea, ha tenido esa buena acción. Solo el hecho de que te acerques al autobús o vayas al hospital a donar sangre, eso ya es un mérito.

P.– ¿Somos tan altruistas como dicen las estadísticas en la donación de órganos?

R.– Sí, somos altruistas.

P.– ¿De qué se alimenta su sangre?

R.– De entusiasmo y de cariño.

P.– A ver, ¿quién precisa un torniquete con urgencia?

R.– Los políticos. No me gusta hablar de política pero es lo que me hace hervir la sangre y yo no quiero tener mala sangre.

P.– ¿De qué hablamos cuando hablamos de donar?

R.– De hacer solidaridad.

P.– ¿Qué le provoca un continuo asombro?

R.– Me asombro de los logros de las nuevas tecnologías. Y del inglés que se inculca a los niños desde muy pequeños.

P.– ¿Qué pone usted además de sangre en las venas?

R.– Pongo cariño y las ganas de que viva otra persona.

P.– ¿La palabra sangre le suena más a vivo o a muerto?

R.– A vivo. La sangre es lo que te hace vivir. Si no tuvieras sangre estarías muerto y sin sangre no hacemos nada. La sangre me suena más a vivo, a estar vivo.

P.– Le da vergüenza ajena.

R.– Que pueda contener un error en esta entrevista. No me habían hecho ninguna. No sé… En ese aspecto.

P.– ¿Cómo se le queda el cuerpo cuando escucha hablar del tráfico de órganos?

R.– Mal. Eso son palabras mayores. Es algo que pueden hacer los ricos que lo necesitan. No me gusta.

P.– ¿Cómo puede ser la vida en un cuerpo de otro?

R.– ¡Buf! Tiene que ser la leche vivir en un cuerpo de otro. Tiene que ser algo muy grande, muy grande. Eso de que gracias a ti pueda vivir otro cuerpo tiene que ser algo… Quien tiene hijos sabe lo que es tener una persona. Dar algo tuyo para que otra persona viva tiene que ser la leche, sí. Estoy deseando que me llamen para poder hacer una transfusión de médula ósea.