PERIODISMO
De La Cuenca a los premios Emmy
Juan Carlos Iragorri ejemplifica cómo se puede brillar en una profesión desde el medio rural
Su voz magnética y fluida llega a millones de hogares en toda América como opinión más que autorizada en política internacional. En ocasiones resuena desde La Cuenca, un pueblecito de Soria donde apenas duermen cuatro almas en invierno. Él es Juan Carlos Iragorri, un colombiano de Cali que acaba de recibir un premio Emmy en Estados Unidos (los Oscar de la televisión), que jalona su trayectoria con los más prestigiosos galardones y que se ha ganado ser uno de los rostros más influyentes del periodismo en español. Pero se enamoró de la vida rural y milita donde el foco no llega.
Por un lado, dirige el programa Voces RCN para la colombiana RCN Radio, uno de los programas de opinión «más escuchados de Colombia». A través de internet logra hacer que sus análisis lleguen desde cualquier punto del mundo, aunque a veces la cobertura digital no ponga las cosas fáciles. Generalmente lo hace desde su casa en Washington (Estados Unidos), «pero anoche lo hice desde Madrid, la semana pasada lo hice desde La Cuenca y he emitido desde Francia, Holanda... Si hay internet se puede hacer y llega a 250.000 personas cada día».
Por otro lado en Washington, a «tres manzanas de la Casa Blanca y con los mejores corresponsales y expertos de habla hispana», comanda el Club de Prensa de NTN24. Incluso en un programa que se ve «de Canadá a la Patagonia en 10 millones de hogares», y aunque «es muy difícil, grabo algunos apuntes en Soria». No renuncia a vivir y defender el medio rural. «Mi jefe me llama y me dice ‘váyase de Soria a un sitio que tenga buen internet, a Palencia o a Andalucía’. Pero a mí me gusta Soria, y conozco más gente como yo», profesionales liberales que brillan sin renunciar a la vida en las pequeñas localidades de Castilla.
Esta historia de pasión por su pueblo surgió en 1995. El principal diario colombiano y uno de los más leídos de toda América, El Tiempo, le envió como corresponsal a Madrid. «Pensé que era para un año y vine con mi mujer y mis hijos». Para aprovechar su estancia comenzó a viajar por zonas cercanas como Burgos, Cáceres, Salamanca o Albacete. Su incesante pasión viajera hace que hoy en día «sólo no conozca Murcia».
Con estos mimbres, cayó en manos de su esposa el libro Pequeños hoteles con encanto. Primero se enamoraron de La Rioja gracias a su paso por Ezcaray. Después visitaron el Palacio de Brías, cerca de Berlanga de Duero. Los propietarios «nos dijeron que un día fuésemos a Calatañazor» dentro de una de las visitas turísticas más espectaculares de Soria por su sabor medieval. Para entonces ya «habíamos decidido invertir nuestros ahorros en un pueblito».
En la villa donde ‘Almanzor perdió el Tambor’, Víctor Ondategui les explicó que era complejo conseguir una casa en esta localidad, pero que La Cuenca era «precioso, uno de los más bonitos de Soria». Dicho y hecho, «en el verano del año 2000 vi una casa en ruinas y la compré», manteniendo por fuera su arquitectura tradicional. La Cuenca recibía así no sólo nuevos vecinos, sino también a una de las familias más activas en la lucha por un medio rural vivo.
Junto a sus nuevos paisanos pronto acordó que el asfalto de las calles mantuviese una línea de piedra en medio para respetar la construcción tradicional porque «los pueblos no deben perder su identidad». José María Pérez ‘Peridis’ le planteó en 2003 solicitar la declaración de Bien de Interés Cultural (BIC) para la localidad en la que compró unas ruinas y reconstruyó un hogar. Javier Marías, Fernando Sánchez Dragó, Alfredo Jimeno, Carmelo Romero, Amalio de Marichalar, Roberto Lázaro o Elías Terés avalaron la idea y al año siguiente ya era una realidad.
Mientras tanto, fue sumando premios. El Rey de España de Periodismo, el Planeta de la misma materia, el Nacional de Periodismo Simón Bolívar, un doctorado honoris causa o el preciado Emmy fueron dejando ecos en La Cuenca. También sus tres libros o el máster de Periodismo en la Universidad del Rosario (Bogotá), que fundó y dirige. Pero los galardones no han variado su amor por la vida sencilla, su esfuerzo por luchar contra la despoblación y su verbo brillante.
«Lo más importante es que voy mucho a Soria. Es de las provincias más bonitas de España y el que no lo ve es que está ciego». Aquella joven familia hoy se mueve con soltura por Washington sin renegar de La Cuenca. Incluso su hijo mayor, Martín, presume de bufanda del Numancia en Boston «y sigue todos los partidos». A la vista está, un ejemplo de que la España Vacía aun esta llena de capacidad.