Heraldo-Diario de Soria

MENÚ DEL DÍA

El sabor del Norte en un rincón de el Espolón

El Café del Norte con una trasformación que le llevó de bar con billares a restaurante coqueto en pleno Espolón

El Café del Norte es uno de los clásicos de la hostelería soriana.-V. GUISANDE

El Café del Norte es uno de los clásicos de la hostelería soriana.-V. GUISANDE

Publicado por
T. C.
Soria

Creado:

Actualizado:

El Café del Norte es uno de los clásicos de la hostelería soriana. Ubicado en la parte alta del Espolón lleva muchos años atendiendo a los sorianos en distintas vertientes, primero como un bar con billares y posteriormente reconvertido en restaurante y con una amplia terraza cubierta. Incluso Alberto, su propietario, ha perdido la cuenta de cuántos años lleva en marcha. «No lo sé exactamente, pero más de 40 años lleva aquí. Yo lo llevo desde que llegó el euro».

Como ocurre entre fogones, el día a día «es imprevisible» y nunca se sabe cuándo llega una oleada de clientes, pero la seña de identidad es «ofrecer cocina casera, lo que es un menú del día con una buena calidad».

Una de las evoluciones de este espacio es precisamente que «lo hemos reducido para lograr que pueda haber más cosas frescas. Al final, si haces muchas cosas...», explica el propietario. Así, la idea es centrar la oferta para poder ofrecer un mayor porcentaje de productos del día a los clientes.

Entre risas, Alberto confiesa cómo su llegada a la cocina tuvo, literalmente, mucho arte. Arte en el comedor y arte que atrajo turistas y motivó el cambio. «Desde que hicimos la reforma no se nos escapa ni uno», bromea sobre la buena acogida de esta nueva etapa. Y es que cuando llegó al Café del Norte a principios de siglo era un espacio más lúdico que gastronómico.

«Antes teníamos dos billares y realmente no quería tocar temas de cocina» por problemas de salud. «Me dijeron que cuanto menos trabajase en la cocina mejor». Sin embargo, la demanda le llevó a cambiar de derroteros. «Vinieron Las Edades del Hombre» hace ya una década. «Con ellas tuvimos que hacer una hamburguesa, un plato combinado para salir del apuro» ante las reiteradas peticiones de los visitantes. Sin embargo «nos decían que ‘no, no, menú’». Así, hubo que dar una vuelta de tuerca al negocio para orientarlo hacia la restauración y adaptarse al público.

También influyó el recoger clientela de un establecimiento mítico y pionero de la ciudad. «Cuando cerró Maroto, la gente mayor vino aquí» dado que ambos locales son prácticamente colindantes. Esta nueva clientela y la intención de avanzar hacia un comedor con encanto motivó el siguiente paso. «Una amiga entendía de decoración me dijo quién podía hacérmelo bien y los cambios» que debía afrontar para ello.

¿El resultado? Ahora da gusto. Podrá haber quedado mejor o peor» según las preferencias de cada cual, pero «ahora hay una decoración mucho mejor» y el espacio transmite un aire «más limpio». No obstante hay que añadir algo más de sustancia para seguir en la brecha, y esto llega con platos tradicionales y contundentes. Es el caso del «rabo de toro, bacalao, codillo, el cardo con bechamel sale muy bueno también, el potaje...». También hay opciones menos elaboradas pero que siguen teniendo sus fieles y que, de hecho, dan menos guerra en la cocina. «Lo demás ya es más fácil como los calamares o las costillas», apuntilla Alberto.

Estando en Soria y con parte de la clientela formada por turistas, toca presumir de los guisos tradicionales. «Los platos de cuchara los trabajamos bien, pero este año nos está sorprendiendo el tiempo» con una primavera adelantada que no invita tanto a disfrutar de los pucheros como el proverbial frío soriano.

A ello hay que sumar la oferta para picar entre horas o en una cena informal. No pueden faltar los torreznos, pero tampoco las croquetas o la tortilla para acompañar un buen almuerzo. La ubicación permite disfrutarlo al aire libre, protegidos por un toldo en la calle o en el interior, entre alacenas antiguas, vetustas radios de válvulas o lámparas estilo Tiffany. Aquel Café del Norte de tapetes verde y el sonido de las bolas chocando en el billar ha dado paso a un espacio más acogedor y sofisticado donde sigue siendo posible tomar una caña, pero también disfrutar de un menú del día surtido.

Más allá de lo estético, Alberto sigue enfrascado en preparar los platos para los clientes de la jornada en el «no parar» de la hostelería. No obstante, confiesa sin rubor que aunque tiene preferencias entre los guisos «a mi lo que más me gusta es el marisco». El mercado manda y «no tenemos todos los días...», lamenta con media sonrisa. Toca regresar a la cocina para continuar con las elaboraciones diarias. Las Edades del Hombre le hicieron reconvertir en restaurante el veterano café y una década después continúa al frente del establecimiento. El tiempo demostró que sí, había espacio para la gastronomía.

tracking