Heraldo-Diario de Soria

EL LADO OCULTO

El mito de Numancia o el ardor de un pueblo en 17 metros cuadrados

El cuadro, un óleo de Alejo Vera, se encuentra en la Diputación Provincial desde comienzos de los 60 y pertenece al Museo del Prado

El cuadro en la Diputación-MARIO TEJEDOR

El cuadro en la Diputación-MARIO TEJEDOR

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P. P. S.
Soria

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La pequeña, muerta, yace sobre el cuerpo de la madre; el padre se inmola con un puñal en el costado... No es el único filo de la imagen. El humo, denso, negro, traspasa ya la muralla y un puñado de romanos entra en Numancia. A un lado el resplandor y al otro las puntas de lanza. Es el mito de Numancia hecho lienzo y hay que verlo. Hay que entrar en este óleo de casi 17 metros cuadrados, con una fuerza estética que apabulla. El cuadro (335 centímetros de alto por 500 de ancho) se encuentra expuesto en la Diputación Provincial desde comienzos de la década de los 60, siendo presidente Juan Sala de Pablo y oficial mayor Virgilio Velasco. Pertenece al Museo del Prado (concretamente al llamado Prado Disperso, obras cedidas a embajadas, instituciones...) y fue descubierto en la Cámara de Comercio de Salamanca durante una visita oficial.

El Prado accedió a la petición de Soria de traerlo a casa, aunque la obra había nacido lejos. Numancia se pintó en Roma, donde el autor había obtenido una plaza de pensionado en la Academia de Roma y fue allí donde pintó su cuadro de tema histórico más famoso, entre los años 1880 y 1881. Datos como estos aparecen en textos y bibliografía sobre Alejo Vera. Lo que no figura en textos oficiales es el mimo y cuidado con que la Diputación custodia esta obra; ni la delicadeza del «plumero de pluma» con que en ocasiones se limpia; ni el informe anual que se debe remitir al Prado; ni la fotografía en alta resolución que lo acompaña. De ello nos da cuenta alguien que conoce bien el cuadro, la jefa del departamento de Cultura de la casa, Yolanda Martínez. «Es espectacular. Míralo desde aquí», invita, señalando «el cielo encendido del fondo» y otros detalles.

En la memoria de Yolanda Martínez, los días en que el cuadro estuvo ausente. Fue durante las obras que hubo en el Palacio Provincial entre 2002 y 2003, que obligaron a retirarlo. Su nueva casa durante más de un año fue el Aula Magna Tirso de Molina, adonde se trasladó entre algodones y bastantes dificultades. La responsable de Cultura recuerda que los trabajos corrieron a cargo de un ejército de restauradores llegados de Madrid; un técnico en pintura del XIX y los miembros de la empresa especializada internacional. «Sacarlo fue toda una aventura porque no giraba», comenta. El traslado se hizo en un rulo de metro y medio de diámetro. El marco era más ancho y se aprovechó para cambiarlo por la pequeña moldura que ahora tiene, también se restauró el bastidor y lo limpiaron. De vuelta a su sitio, Numancia tiene un admirador constante que lo ve de perfil: un pequeño cuadro con la imagen del propio autor, caracterizado de monje. Obra de Palmaroli, fue adquirido por la Diputación y se encuentra junto al salón de plenos. La imagen del cuadro se ha reproducido en cromos, revistas y hasta en un trampantojo en la ciudad. Pero nada como admirarlo al natural y ver la inmensidad de Numancia. Un lujo.

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