EL LADO OCULTO
El altar del Espino se acerca al pueblo
Unas obras de promovidas por la parroquia encuentran detractores y fieles a favor del cambio
P. Pérez soler SORIA
El altar de la iglesia del Espino se acerca al pueblo. Unas obras recientes han desplazado la mesa de las celebraciones, acercándola a los bancos de los fieles, esto es, bajándola desde la zona del altar al crucero del templo. No es la primera ocasión que se mueve, siempre con el mismo fin: «Que el altar no esté alejado de la gente y que sea el centro de la Eucaristía», apuntan fuentes del Obispado de Osma Soria, conocedoras de que el cambio ha ocasionado cierto revuelo en las redes sociales. «Estéticamente puede ser opinable, como todo. Pero no se ha hecho nada que vaya en contra del arte», aseguran las citadas fuentes argumentando que el altar data de 1965.
La obra ha ocasionado cierta polémica en las redes sociales, donde grupos de patrimonio han calificado el cambio de «tropelía», al considerar que se cambia la configuración espacial y arquitectónica del templo.
La intervención no se ve del mismo modo por parte del Obispado de Osma Soria, que entienden que «lo que importa es el sentido de comunidad», especialmente en este caso en que el altar es de época reciente. «Es lo mismo que se hizo entonces, después del Concilio. En el año 65 se retiró el altar que estaba pegado al retablo para ponerlo de forma que se encontraran el sacerdote y el pueblo», fue una adaptación litúrgica ya que antes se celebraba de espaldas a la zona del público. Y ahora se ha hecho para seguir favorecer esa liturgia, con el altar en el centro de la comunidad alrededor del altar», apuntan las citadas fuentes.
Las obras han sido costeadas por la parroquia y han supuesto en torno a los 4.000 euros: unos 1.000 euros los trabajos en el altar y el resto, por el armazón y la tarima. La obra no ha encontrado solo voces en contra. La actual distribución ha permitido acercar la celebración de las primeras comuniones en este mes de mayo a las familias, «que han estado encantadas». De hecho, ya en alguna ocasión anterior, y por el mismo motivo, se ha bajado el altar al crucero para propiciar esta cercanía, según el Obispado.
La iglesia de Nuestra Señora del Espino se levantó sobre una de las iglesias que había en la zona, la de Santa María de Covaleda. «Existe constancia de la misma en 1352 pero de ese primitivo templo tan sólo quedan algunos canecillos». El aspecto que tiene actualmente data del siglo XVI, después de que pasara a tener de una a tres naves. Es en 1690 cuando la Virgen del Espino es nombrada patrona de la ciudad y se coloca su imagen en el altar mayor. Dos momentos importantes de su historia son cuando en el siglo XIX es ocupada por los franceses para convertirla en cuartel general, y después, ya a mediados del siglo XX cuando incendio destruye casi por completo el retablo mayor y la imagen negra de la titular, lo que obliga a una profunda restauración del edificio.
Este incendio dejó a la vista un retablo labrado en piedra y el camarín de la Virgen, con una imagen de ésta imitando a la antigua.
La sacristía está realizada en torno a 1520-1530, mientras que el camarín de la Virgen fue dotado y fundado en 1707 por José Martínez de Montarlo.