EL LADO OCULTO
Un antiguo frigorífico a orillas del Duero
Hace ya casi una década que el Ayuntamiento acondicionó el antiguo nevero en las faldas del Monte de las Ánimas, desde entonces un recurso turístico más
¿Puede un antiguo frigorífico ser un atractivo turístico? Sí, si acaso se encuentra a las orillas del Duero en la capital y siempre y cuando el aparato en cuestión lo sea de forma metafórica, como sucede con el nevero que hay cerca de los Arcos de San Juan de Duero. Acondicionado hace casi una década por el Ayuntamiento de la ciudad, el nevero es un recurso turístico más en esta zona de la ciudad sobrada de encantos.
En tiempos, la capital tuvo otros neveros de este tipo, en las faldas del Castillo, junto a los viejos depósitos de agua y también en el paseo de La Florida, pero por éste apostó el Consistorio para su acondicionamiento (dentro del entonces Plan de Dinamización del producto turísticos de Soria), con el beneplácito de su propietario, Emilio Ruiz, que permitió las actuaciones.
El nevero se encuentra en las faldas del Monte de las Ánimas, junto a la carretera que conduce a Almajano, frente al Claustro de los Arcos de San Juan. La construcción tiene una planta cuadrada y fábrica de sillarejo y alrededor de cuatro metros de profundidad. Se trata de una construcción que aprovecha el desnivel para desahogar por la parte inferior de la misma, mientras que en la superior aparece la boca de un pozo sobre un muro de metro y medio de altura. «Antiguamente estuvo cubierto con una sencilla construcción de mampostería con tejado a un agua», suscriben fuentes del Ayuntamiento de Soria.
La intervención permitió acondicionar el camino de acceso hasta la boca de la estructura, así como el desbroce del interior del pozo y el desescombro de parte del interior. Además, se colocó una barandilla de seguridad y un atril interpretativo, de forma que el visitante sepa la importancia que tuvieron estas construcciones en la antigüedad.
Los neveros son construcciones utilizadas desde hace siglos para conservar nieve de forma natural, que se aplicaba a diversos usos. «La venta de nieve no se interrumpía en ningún mes del año, debido a su uso en medicina y al precio relativamente moderado por la abundancia de puntos de abastecimiento cercanos», suscriben fuentes del Ayuntamiento de Soria. «Naturalmente el consumo s intensificaba en verano, por la popularidad de las bebidas heladas y su empleo en la conservación de alimentos».
La posibilidad de enfriar de forma artificial y la generalización de este modo de enfría y congelar alimentos hace que este uso de la nieve o del hielo natural comience a desaparecer en la segunda mitad del siglo XIX.
La ubicación de estas construcciones no era al azar, sino en las zonas más frías en que se conservara bien el frío y en áreas «lejos del tránsito o de actividades contaminantes, donde el elemento blanco fuera lo más puro posible». Prueba de ello es este nevero y otros de la provincia, como el de Medinaceli. «En zonas de umbría y con desnivel en el terreno excavaban un pozo, normalmente circular, que apuntalaban con piedras».
Otra de las características de estas antiguas neveras era que en su parte inferior dejaban un pequeño sobradero para poder evacuar el agua procedente del deshielo. “Cuando caía una nevada, había un equipo de profesionales que se encargaba de recoger la nieve y de introducirla en estos almacenes. La prensaban fuertemente hasta convertirla en hielo y cada cierto tiempo ponían una capa de paja que servía de aislante y una vez rebosaba el pozo, se sellaba para que no hubiera corrientes de aire”