impacto de la desaceleración
La morosidad da las primeras señales de la llegada de una crisis
Los impagos bajan a menor ritmo y los nuevos morosos crecen por primera vez en varios trimestres. El BCE y el Banco de España lo vigilan pero creen que es pronto para hablar de un cambio de tendencia
Los impagos de los créditos son una amenaza para la solvencia de los bancos, pero también constituyen un indicador de la situación financiera de las familias y empresas y por tanto de la salud de la economía en general. La prueba es que la morosidad comienza a dar los primeros síntomas de empeoramiento como consecuencia de la creciente desaceleración global. El volumen total neto de créditos de dudoso cobro sigue reduciéndose, pero a un ritmo más lento y, lo que es más preocupante, con el primer aumento bruto de los nuevos morosos en muchos trimestres.
Los préstamos impagados tienen dos componentes: por un lado la entrada de nuevos créditos en mora, y por otro las salidas, que se deben a distintas causas como que el cliente vuelve a pagar o que el banco ejecuta la deuda y se queda con la garantía (normalmente un inmueble), lo vende dentro de una cartera de créditos tóxicos a una tercera firma, o lo da por irrecuperable y asume toda la pérdida. Los primeros, los nuevos morosos, crecieron en el primer semestre de este año un 8,9%, hasta los 13.500 millones de euros, según datos recientes del Banco de España.
Las mayores salidas, sin embargo, permitieron que el saldo total cayese a los 61.900 millones, el 17,6% menos que un año antes. Este ritmo de reducción, con todo, es muy inferior al de la primera parte del 2018 (26,7%) y se está frenando según pasan los meses. "Es verdad que llama la atención, habrá que ver la evolución en los próximos trimestres. Es posible que esté relacionado con el crédito al consumo (cuya morosidad está creciendo). No creemos que sea un cambio drástico de ciclo, pero es algo a seguir", apuntaron hace unos días fuentes del Banco de España.
MÁS PROVISIONES
Algunos directivos del sector, sin embargo, son más pesimistas. "Vemos que la morosidad no baja prácticamente. El problema es que cuesta más el recobro. La desaceleración se está empezando a notar", apunta el consejero delegado de una de las principales entidades españolas. "Los créditos impagados bajarán en algunas entidades por las ventas de carteras en bloque, pero ya se ha vendido lo más vendible. Cada día es más difícil vender sin impacto en el capital y los resultados. Y cada vez habrá más entradas nuevas", añade un consultor de una firma especializada en asesorar a bancos.
El propio gobernador del Banco de España, Pablo Hernández de Cos, resaltó hace unas semanas que la reducción de las provisiones para hacer frente a las pérdidas que suponen los impagos "muestra algunos signos de agotamiento", ya que en el primer semestre crecieron el 3,9%, el primer aumento desde el 2012. "Y no debemos olvidar que, en la actualidad, la tasa de mora (5,24% en agosto) sigue estando todavía significativamente por encima de la registrada antes de la crisis financiera", añadió.
El máximo responsable del supervisor español, además, advirtió a las entidades de que si la situación económica continúa deteriorándose, la "calidad del activo podría empeorar, dado que la capacidad de pago de sus acreditados se vería negativamente afectada. Encontrarían asimismo más dificultades para continuar desprendiéndose de sus activos improductivos".
NUBES EN EL HORIZONTE
No se trata solo de un problema español. La Autoridad Bancaria Europea señaló recientemente que la "mejora de la calidad de los activos ha continuado, pero a un menor ritmo" en los últimos meses. Andrea Enria, máximo responsable de la supervisión bancaria en el Banco Central Europeo (BCE), advirtió el pasado miércoles de que los "indicadores de calidad de los activos todavía no han vuelto a los niveles precrisis", algo que es necesario corregir para afrontar la "próxima tormenta, cuyas nubes ya podemos ver en el horizonte".
Según las previsiones de los grandes bancos europeos que ha recogido el BCE, las entidades esperan que las provisiones por impagos aumenten "ligeramente en los próximos años", especialmente en los países que presentan unos niveles más bajos de morosidad. "Eso indica que los bancos piensan que el 2018 puede haber marcado un punto de inflexión en la calidad del crédito en esos países", ha explicado la autoridad monetaria en un artículo de hace unos días.
La situación de la morosidad, es cierto, ha mejorado enormemente desde la Gran Recesión. En Europa, los créditos impagados han bajado de 1,15 billones de euros en junio del 2015 (6% del total de préstamos) a 636.000 millones en junio del 2019 (3%), según la EBA. En España, se han reducido en 126.900 millones desde el máximo de 188.800 millones de diciembre del 2013. Pero una nueva crisis puede alcanzar al sector financiero sin haber reparado las heridas de la anterior.