PAISANAJE / GREGORIO LLORENTE
«Seguimos al pie del cañón para viajes muy buenos y viajes malos»
Jueves dos de abril. El día no ha pintado mal. Antes de la siete de la tarde, el cuenta kilómetros ha hecho ya más de 500. Lo cual no está mal para tiempos de confinamiento, pero claro, tampoco es algo que suceda todos los días. El taxi no se puede quedar en casa pero rueda bastante menos.
Así lo indica Gregorio Llorente, taxista en la capital soriana, asegurando que los servicios de calle «han bajado mucho». ¿Qué es mucho?, inquirimos. «Entre un 70 y 80%», apunta este profesional del sector desde hace algo más de dos años. Antes lo fue, durante tiempo, del transporte.
El coronavirus ha metido en los vehículos la mascarilla, los guantes, el gel hidroalcohólico, y también el desinfectante «para limpiar el interior entre uno y otro servicio», cuenta Gregorio Llorente, conocido como Goyo, que durante la entrevista tendrá que cortar dos veces la conversación por llamadas entrantes para concertar un servicio.
La jornada ha comenzado a primera hora con un viaje a Ágreda para recoger a una persona y llevarla a la capital, desde donde se ha marchado a Barajas: un viajero recelaba del autobús y ha preferido coger un taxi. «Estamos aquí al pie del cañón para lo que haga falta, para viajes cortos y para viajes largos; para viajes muy buenos y para viajes malos», manifiesta Llorente.
A los servicios citados, su suman algunas carreras de personas que llegan a Soria en el tren de Madrid y quieren ir a pueblos cercanos. Viajes derivados, asimismo, de las medidas del Estado de Alarma. El confinamiento resta transporte de bus a pueblos y también viajeros, pero los que han de moverse no tienen forma de llegar a su destino. «Si antes venían pocos en tren, ahora menos, y la combinación a los pueblos es mala porque han quitado líneas», apunta Goyo, que estos días ha hecho servicio por este motivo a El Burgo y Almenar.
El trayecto es más corto pero también compensa si se va a la farmacia, a por tabaco al estanco, a recoger la compra del súper o al hospital. «Hay que estar a todo», dice, «pero es tonto estar tiempo y tiempo en la parada porque ahora no hay gente», añade. Además, el teléfono no suelen cogerlo ahora «por el tema del contagio». Ni en la de Ramón y Cajal, ni en la parada de la estación de autobuses, las dos que hay en la ciudad, donde se contabilizan 26 taxis. A él le suelen contactar «por móvil o través de radio taxi». No forma parte de la cooperativa de taxis que hay en Soria ni de la Asociación de Taxistas.
Los viajes más largos durante estos días han sido a Murcia y a Salamanca, en ambos casos trayectos para cubrir asistencia en viajes. «El de Salamanca fue porque se estropeó un camión en Soria y me llamaron para trasladar al conductor. En una situación normal hubiera ido con la grúa, pero no podría porque estaba prohibido viajaron los dos delante», cuenta este soriano de 49 años, que dice haber bajado su ritmo de trabajo un 60%. . Ahora hay menos asistencias en viaje porque se sale menos… En Soria tiene un viaje diario con trabajadores de la empresa Villar, a los que traslada y va a buscar a la empresa, lo que se ha visto alterado. «Antes se montaban cuatro en el viaje, ahora solo uno; el resto van con otros compañeros, porque no se puede montar más de uno en el coche». Por último, el taxista refiere otro hándicap: la dificultad que hay ahora para encontrar un taller si el vehículo se estropea, «lo que afecta también a camiones, ambulancias y el resto…».