Heraldo-Diario de Soria

El covid deja miedo... y hambre

Alrededor de 4.700 personas precisan ayuda para poder comer. El Banco de Alimentos, Cruz Roja y Cáritas auguran incrementos de hasta el 80%

Miembros de Cruz Roja comprando alimentos.-HDS

Miembros de Cruz Roja comprando alimentos.-HDS

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P. PÉREZ SOLER
Soria

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Personas en Erte o en paro, empleadas de hogar, internas o no, sin papeles que trabajaban en economía sumergida… Otras que desde hace uno o dos años no llamaban a una puerta pidiendo comida porque se habían hecho un hueco en el mercado laboral, a quienes la crisis del covid ha situado en el punto de partida. En torno a 4.700 personas de la provincia están recibiendo alimentos de organizaciones no gubernamentales, según una estimación realizada con los datos aportados por el Banco de Alimentos, la Cruz Roja y Cáritas. Las tres instituciones han notado ya un aumento de las solicitudes, coincidiendo con el cambio de fase en la capital y las medidas de relajamiento en el medio rural. Pero lo peor, vaticinan, no ha llegado.  Todas coinciden en apuntar que las cifras subirán.

El Banco de Alimentos reparte alimentos a 2.450 personas, un 22% más de lo que venía haciendo, entre capital y provincia. El incremento de usuarios ha sido sensiblemente mayor en el medio rural, según indica el presidente, Ángel Crespo. Cita zonas del alfoz como Garray, Pinares y la parte del Moncayo.

La mayoría de los beneficiarios son familias, pero también bastantes afectados por Erte «que no han cobrado. Puede ser que en septiembre u octubre el número baje, cuando las empresas vuelvan a trabajar, pero no sabemos».

Los repartos se realizan desde la nave que hay en Valcorba y nunca directamente al particular, sino a través de entidades receptoras como ayuntamientos, residencias y también Cáritas. Sus fondos alimentarios proceden de la Federación Española del Banco de Alimentos, donaciones de alimentos por parte de empresas y también económicas de particulares. Crespo citó las entregadas recientemente por la Coral de Soria y el Ies Machado. El Banco prevé que el aumento de usuarios con respecto a la situación anterior pueda alcanzar finalmente las 600 personas y un incremento del 25%.

Cruz ha entregado alimentos a unas 600 familias, en torno a 1.500 personas, frente al millar de antes de la crisis, según presidente, Modesto Fernández, que augura un aumento del 80% en el conjunto de prestaciones de la entidad. «Se notará cada vez más porque cuando acaben los Ertes, habrá también más situaciones de paro, que recaerán en las personas más vulnerables y habrá más demanda de ayuda».

Hasta el momento el incremento de personas que necesitan alimentos se da «en las mujeres y los inmigrantes y sube también el porcentaje de nativos. Es una crisis que pagamos todos», añade Fernández.

Se ayuda a través de alimentos que proceden de donaciones en especie de empresas, entre las que cita Cárnicas Villar y Leche Pascual, así como Eroski de El Burgo, «que dio alimentos por valor de 4.000 euros», y los alimentos del Fega. Y además con cheques para productos perecederos con fondos propios de la entidad.

Mientras, Cáritas está repartiendo alimentos en estos momentos a unas 300 familias, la mayoría con hijos.

Pueden ser en torno a 800 personas», apunta Carmen Álvarez, una de las trabajadoras sociales de la entidad, que ya ha comenzado con la atención presencial, eso sí, todo con cita previa para mantener la seguridad. Las cifras corresponden únicamente a la capital, a falta del balance en el medio rural. «Más que afectados con Erte, que también, vienen personas que no tienen derechos, que no han generado paro suficiente y no tienen ninguna ayuda pública», comenta.

La radiografía de los usuarios a los que Cáritas reparte alimentos cala hondo: «Hay gente sin papeles que han estado buscando trabajos en economía sumergida y ahora no pueden hacerlo, personas en situación irregular que ya iban con lo justo y al día y ahora no tienen nada».

A estos hay que sumar un segmento que llama la atención: el que forman antiguos usuarios de la entidad que hace al menos un año o más que no necesitaban recursos porque «el padre, la madre, o los dos, habían encontrado trabajo «y ahora vuelven porque lo han perdido», apunta Álvarez. Madres solteras con hijos, empleadas del hogar y mujeres internas en domicilios de mayores requieren también ayuda. Puede que que a medio plazo recuperen el empleo, pero por ahora no tienen sueldo a fin de mes: el confinamiento se va relajando pero el empleador (personas mayores) todavía siente temor. La pandemia ha sembrado necesidad pero también miedo.

La distribución se realiza, como se venía haciendo, en las parroquias pero con un cambio: el reparto antes corría a cargo de voluntarios de tercera edad y ahora, de jóvenes. Se entregan productos no perecederos y también tarjetas con dinero, en función de cómo sea la familia, «para no estigmatizar la alimentación».

Todas las entidades examinan y comprueban la situación del demandante y tienen abiertos expedientes de solicitudes.

Mensaje

Desde Cruz Roja se lanzó un mensaje a los ciudadanos que necesiten ayuda para alimentos a no tener reparos en solicitarlos. «Estamos para ayudarnos. No es caridad, son derechos y no hay que tener vergüenza alguna», indicó su responsable, Modesto Fernández. Agregó que la sociedad «se está volcando ante una situación que nadie ha buscado. Ha sido algo sobrevenido, y nadie que se encuentre en una situación de vulnerabilidad lo ha buscado», añadió, reiterando el llamamiento a que «nadie se retraiga» a la hora de exponer una necesidad así.

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