MUNDO RURAL
Vecinos de Barcones que quieren optar a un teléfono fijo tienen que esperar que algún usuario «se muera»
El alcalde opina que Telefónica no instala nuevas líneas «porque no sale rentable» / Los vecinos que quieren tener línea reclaman a la Dirección de Telecomunicaciones / Están condenados a la consulta médica telefónica y no tienen cobertura de móvil
En Barcones el teléfono fijo es un artículo de lujo. El móvil no sirve para nada, a menos que se busque algún risco o se desplacen a kilómetro y medio buscando unas rayas de cobertura. Por eso, cada vez son más las peticiones de línea fija, sobre todo ahora en momentos de pandemia, cuando la población del pueblo se ha visto incrementada por los desplazados que confían en la seguridad del medio rural. Sin embargo, conseguir un teléfono de los de toda la vida se ha convertido en misión imposible dado que Telefónica, como dice el alcalde, Pablo Muñoz, «no quiere instalar más líneas fijas porque no le sale rentable».
La solución que les dieron los técnicos de telefonía es que «hay que esperar hasta que alguien se muera», alguien que sí tenga línea fija, para poder ir renovando.
El regidor de Barcones, quien cientos de veces ha reclamado una telefonía móvil y una conexión a internet del siglo XXI, algo que no llega, señala que, según le informaron los técnicos, en el pueblo cuentan actualmente con capacidad para 50 líneas fijas. «Hay un cajetín para 50 teléfonos, y no van a poner más, así que lo que nos cuestan es que hasta que no vayan falleciendo no se podrán instalar más», explica Muñoz.
La situación no es nueva y ya en verano se produjeron varias peticiones a Telefónica para que habilitaran más teléfonos en las segundas viviendas que se ocupan en época estival (y ahora en tiempos de pandemia). Por ello, desde el Ayuntamiento se aglutinó una solicitud a la Dirección General de Telecomunicaciones exigiendo que Telefónica, como titular de las líneas y en su obligación de servicio público, llevara a cabo la ampliación de esta dotación. La respuesta fue que deberían ser reclamaciones individuales, y los vecinos ya están en ello, «media docena», apunta el alcalde, para poder sentirse unos privilegiados y que en su casa también haya fijo.
La necesidad más imperiosa se produce ahora cuando Barcones se encuentra sin médico y sobre todo desde que la atención sanitaria se circunscribe básicamente a una asistencia telefónica. Desde el 27 de octubre en que los vecinos del pueblo vieron colgado un cartel en la puerta del consultorio, el que no tiene fijo ha de tener buenos vecinos. «Se tienen que pedir el favor unos a otros para llamar, y si es al médico, pues que les llamen a ese número», comenta el alcalde de Barcones, una de las localidades afectadas por la marcha de nueve facultativos que tras aprobar las oposiciones han sido trasladados a otros puntos de la comunidad. «El que está enfermo no se va a buscar un risco con su móvil», sentencia.
Su única opción ahora es el centro de salud de Berlanga de Duero, porque siguen sin noticias de que la plaza vacante de su pueblo se vaya a cubrir. «A mí no me ha llamado nadie dándome explicaciones o diciéndome el protocolo que tenemos de seguir», se queja Muñoz, quien atiende su móvil porque está a dos kilómetros del núcleo urbano y siempre devuelve las llamadas cuando no le llegan por la falta de cobertura.
Afortunadamente, la línea fija que dejó de funcionar y que les dejó desconectados ya fue repuesta por los técnicos hace unos diez días, porque era de juzgado de guardia que su conexión con el médico tuviera que ser telefónica sin tenerlo.