LA PANDEMIA VISTA POR UNA SORIANA EN CHINA
«En China en cuanto salen un par de casos nos hacen test de forma masiva»
La profesora soriana Cristina García, residente en Tianjin, afirma que la impresión sobre España es que «la gente no se lo toma en serio»
Cristina García es la soriana que más meses lleva conviviendo con la pandemia. Lo hace desde el foco del virus, China, en la ciudad de Tainjin, donde afortunadamente no han sufrido las grandes cifras de ciudades mucho más perjudicadas. El distrito en el que vive hace unos dos años, desde que trabaja allí como profesora, se había salvado con prácticamente cero contagios en todos estos meses, pero siempre hay una primera vez.
«Estaba todo muy tranquilo y habíamos vuelto a las clases presenciales. Hasta que se oyó que había un par de casos y no se sabía de dónde procedían, porque aquí no hay contagios locales, todos llegan del extranjero. Extremaron aún más las precauciones, vuelta a las clases on line, y los jefes nos dijeron que vendrían voluntarios a buscarnos a casa para realizar pruebas masivas», explica desde China, donde permanece sin previsión de volver a España. Muy lejos y olvidados quedan sus planes de las vacaciones en San Juan 2020.
Al final, matiza, los contagios aumentaron a ocho y saltaron las alarmas en su distrito. «Con ocho casos se volvieron loquísimos», bromea ahora ya con más tranquilidad. «Aquí en cuanto han salido un par de casos se hacen tests de forma masiva a toda la población, por eso se han detectado los positivos y se ha solventado todo muy rápido», comenta sobre el modus operandi en China.
Nada que ver con lo que ocurre en España. Cristina afirma que a los chinos «tampoco les importa mucho» lo que suceda, pero es evidente que «en vez de mejorar, empeora». «La gente no se lo toma en serio, es muy pasota, y se confía todo a la vacuna, pero si cambia el virus la efectividad se puede perder», opina visto todo desde la distancia que da vivir en Asia. Con respecto a Soria, está informada y comenta que «no está muy mal», pero al mismo tiempo considera que «hay personas muy egoístas y no piensan en el bien común, únicamente se fijan en lo duro que es estar en casa, cuando es necesario quedarse», matiza, después de haber pasado un largo confinamiento de más de dos meses encerrada en casa.
De regreso a una cierta normalidad tras el cribado masivo, es decir, clases presenciales otra vez, reapertura del salón de belleza o del gimnasio que cerraron tras detectar los ocho positivos en su distrito, todo se ve casi como una anécdota. «Como no ha ido a más, resulta una experiencia graciosa», señala al respecto de las largas colas, una para dar los datos, otra para rellenar un cuestionario, la otra para la toma de muestras... «Yo esperé tres horas porque vivo en el edificio número 1, pero alguno de mis compañeros estuvo más de cinco porque había una cantidad de personas ingente, con cajas y cajas de muestras saliendo todo el tiempo. Eso sí, todo muy organizado, porque yo nunca había visto tanta gente junta, y eso que esto es China», recalca.
Fue en la cola de espera donde se enteraron, ella y algunos compañeros también occidentales, de que el foco había partido de dos trabajadores portuarios, procedentes del extranjero, que acudieron al hospital donde a su vez contagiaron a personal, de ahí a un supermercado y a centro comercial. Esa fue la razón del cribado masivo, que continuó varios días y no se repitieron pruebas, «posiblemente porque todos fueron dando negativos», imagina.
Ella es considerada persona sensible, porque «aquí la educación se toma muy en serio y la profesión de profesor está muy vigilada», apunta, y añade que en China las medidas de precaución son altísimas, por eso ahora el país se encuentra como se encuentra en el combate contra el coronavirus.