CULTURA
Soria rinde homenaje a Jiménez Lozano en un congreso
«Intentó ser siempre mejor sin dejar de ser común», señala del escritor Andrés Trapiello
Premio Cervantes, Nacional de las Letras y Premio Castilla y León de las Letras, la figura de José Jiménez Lozano no es tan conocida del gran público como la de otros escritores. Quizá por su voluntad de aislamiento, no figura en un primer plano de reconocimiento. «Aislado por voluntad propia» y «al margen de los circuitos literarios», era necesario hacer para él «un homenaje en condiciones». El Aula Magna Tirso de Molina fue el escenario ayer de la primera jornada de ‘José Jiménez Lozano o la libertad de la escritura’, el congreso organizado por el Centro Internacional Antonio Machado, la Fundación Duques de Soria y el Instituto Castellano y Leonés de la Lengua que sirve para cubrir este ‘debe’ y que es un homenaje y un lugar de estudio sobre su persona y obra. Se intentó el año pasado, explicó el director general de Políticas Culturales de la Junta, José Ramón González, si bien no fue posible, debido a la pandemia, recordar al abulense que falleció en marzo del año pasado.
El director general explicó que cuando se habla del patrimonio de la Comunidad se piensa en los monumentos, pero que «nuestros artistas, nuestros escritores» conforman un patrimonio inmaterial no menos importante.
El escritor y ensayista Andrés Trapiello, ponente del congreso, describió a Jiménez Lozano como un hombre que «intentó ser siempre mejor sin dejar de ser común, que inventó su literatura y su lengua y con el que se puede aprender a leer la vida».
«Él concebía el arte como una expresión de la vida y, por eso, no era ni pedantesco ni retórico e hizo las lo más difícil de todo que es contar las cosas difíciles con sencillez y claridad y sin desvelar el misterio que llevan dentro», destacó en declaraciones a la agencia Ical.
Trapiello señaló que fue un escritor con una obra enorme, «sin desmayo alguno», y agregó que en su casi centenar de obras se pueden encontrar «la joya, la reflexión y la observación de un hombre discreto, sereno y bien humorado, su obra es de un deslumbre inaudito; es un escritor lleno de relámpagos pero no de truenos».
Como persona, para Trapiello, el escritor fue un hombre «excepcional» y como escritor fue «singular y único» en la literatura española, ya que a pesar de decantarse por vivir en una aldea castellana apartada de casi de todo, era «enormemente curioso, tenía una cultura vastísima y un humor insospechado en alguien que se retiró o que se quitó del medio».
Trapiello aseguró, además, que al autor se le reconoce pero pero él decía que no era un hombre de este tiempo, ya que la literatura no tiene que ver con las modas. «Con José Jiménez Lozano se puede aprender a leer y sus maestros fueron escritores muy conocidos (Kierkegaard, Azorín). Él reclamaba estar atentos y con los sentidos abiertos para ver lo que sucede delante de nosotros. «Nos enseñó a quitar la broza del grano», puntualizó. Con respecto a lo que pensaría sobre la situación actual de España, Trapiello no se atrevió a realizar valoración alguna, pero señaló que sí mostraría la esperanza de que las cosas cambien a mejor. «Es una enseñanza inoportuna, ya que la política vive de la desesperanza de la gente y los políticos explotan el enfrentamiento, la discordia, la desigualdad y la esclavitud y ellos viven de ello. Esto pasa ahora en la política actual», aseguró.