Heraldo-Diario de Soria

Una petición de mano que acabó en pelea mortal

Rencillas entre dos familias tras la negativa de una a un casamiento deriva en un riña entre dos jóvenes y la muerte de uno de dos disparos

Ermita de Utrilla en una imagen antigua.-HDS

Ermita de Utrilla en una imagen antigua.-HDS

Publicado por
P. PÉREZ SOLER
Soria

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Sucedió la noche de Reyes de hace algo más de un siglo. El escenario elegido por los protagonistas aquel 5 de enero de 1905 se localizó a las afueras del pueblo, donde dos jóvenes del pueblo quedaron en verse para arreglar un asunto. El resultado fue una lucha sin cuartel en la que resultó herido de gravedad uno de ellos que falleció a los pocos días. 

¿Qué sucedió en Utrilla para que Ángel Velasco Carretero, ‘hijo del Zurdo’, y Valentín García Camacho se enzarzaran aquella noche, llamada a ser -entonces y ahora- la noche más mágica del año, con el fatal resultado de la muerte del segundo? La respuesta hay que buscarla en el mes de noviembre del año anterior, cuando Valentín se presentó una noche en casa de Lucio Velasco, padre del acusado, pidiendo la mano de su hija, Benita. 

Pero el resultado no fue el esperado y el joven salió de la casa con un no por respuesta, que no gustó a él ni a su familia. Tal y como explica el escritor José Vicente Frías Balsa en su libro Crímenes y asesinatos en Soria, la negativa hirió en el amor propio a los García Camacho que, al parecer no se tomaron bien el rechazo de la petición de mano y dijeron que Lucio y Ángel eran «unos burros». 

Las rencillas familiares volvieron a estar presente aquella tarde del 5 de enero de 1905, cuando cuando el ‘hijo del Zurdo’ y Valentín se encontraron en una calle del pueblo entre las siete y media y las ocho de la tarde. 

Los dos de común acuerdo decidieron trasladarse desde la calle del Horno a las afueras, concretamente al lugar que llamaban Portillo del Mirón. Allí se entabló la pelea en la que Valentín García Camacho, aspirante a casarse con Benita, resultó herido con una pistola de dos caños y un arma blanca. El joven falleció días después como consecuencia de una infección general purulenta. 

Ángel Velasco Carretero, de 23 años y sin antecedentes penales, fue acusado de homicidio y llamado a juicio otro día señalado en el calendario, el 24 de junio. 

Se daba la circunstancia de que el joven ya había sido acusado con anterioridad por un delito de disparos, aunque el juicio no se había celebrado todavía, según declaró él mismo en la sesión. En su defensa, argumentó que Valentín le había desafiado y que cuando le disparó vio que tenía en la mano lo que le pareció ser un arma de fuego, razón por la que usó un cuchillo para herir a su contrincante. 

Las declaraciones de los testigos evidenciaron el distanciamiento de las partes: casi todos eran parientes del acusado o de la víctima y si los unos decía que sí a algo, los otros testimoniaban que no. Unos aseguraron que había habido insultos y la parte contraria, que Ángel se había encontrado en el campo con el padre de la víctima, a quien pidió explicaciones sobre los insultos y la ofensa quedó zanjada. 

Los médicos forenses explicaron la naturaleza de las heridas y dijeron que, a pesar de que eran graves, no eran mortales de necesidad y pudieron no ser la causa de la infección que le produjo la muerte. El cuerpo del fallecido presentaba una herida de cuchillo en la parte posterior del vacío izquierdo; y dos de pistola, en la región carotidea izquierda. 

Después de un receso, tanto el Ministerio Fiscal como la defensa del acusado cambiaron sus conclusiones provisionales. El primero lo hizo para retirar dos agravantes, y la defensa para calificar los hechos como constitutivos de un delito de lesiones graves con dos atenuantes. 

El fiscal se explayó sobremanera para convencer al jurado de la culpabilidad del acusado, diciendo que los hechos no pudieron ser de otro modo que el expuesto por él. La parte contraria expuso todos los argumentos posibles para la defensa de su representado y pidió a la sala que se castigase al procesado «pero sólo por lo que había hecho y no por lo que resultó de incuria o impericia de los demás». 

Ninguno de los dos ahorró tiempo en los saludos a todas las partes del proceso, Tribunal, Jurado del partido de Medinaceli, Colegio de Abogados de la provincia e incluso al procurador, que se estrenaba en la Audiencia Provincial de Soria. Ángel Velasco, ‘el hijo del Zurdo’, fue condenado a la pena de 14 años, ocho meses y un día de prisión, así como al pago de costas procesales y una indemnización de 2.000 pesetas a los herederos de Valentín.

 

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