SORIA
Batalla campal con tres muertos y nadie preso
Dos familias de gitanos protagonizan una riña «confusa y tumultuaria» con fatal resultado pero todos los procesados quedaron libres
El ‘juicio de los gitanos’ fue uno más de los celebrados en Soria entre 1900 y 1910 después de ocurrir un crimen. En este caso fueron tres las víctimas de una batalla campal ocurrida en la carretera de Osma, cerca de la taberna de La Pascuala, el 18 de abril de 1909 según narra en su libro ‘Crímenes y asesinatos en Soria’, de José Vicente Frías Balsa.
Las tribus de los Hilarios y los Borjas mantenían rencillas antiguas y muchos resentimientos, aunque muchos de ellos eran familiares. Aquel día se encontraron las dos tribus y en aquel enfrentamiento resultaron muertos Pedro Antonio Díaz Borja, de los Hilarios, y Benigno Borja y Crisóstomo Jiménez, de los Borja.
Nadie se libró de recibir ‘algo’: casi todos los contendientes sufrieron heridas de palos o de armas blancas, entre ellos Manuel Anastasio Borja Cortés, el más grave de todos ellos con 13 heridas, diez incisas y el resto contusas, según narra la citada publicación.
El juicio sentó en el banquillo a Antonio Díaz Escudero (Hilario), de unos 64 a 66 años, casado y natural de Zaragoza; Juan Díaz Borja, de 21 años, soltero, de Calomar (Teruel); Francisco Díaz Escudero, conocido como Juan Antonio ‘Nicho’, de 55, y natural de Maella (Zaragoza); y Manuel Anastasio Borja Cortés, de 30 años, casado, y nacido en Brihuega (Guadalajara). Todos ellos tenían antecedentes penales a excepción de ‘Nicho’. Según las conclusiones del fiscal, Manuel Anastasio fue responsable de un delito de homicidio en la persona de Pedro Antonio.
Mientras, de la muerte de Benigno se culpó a los seis procesados restantes que se calificó de homicidio en riña confusa y tumultuaria. Y del homicidio de Crisóstomo Jiménez se responsabilizó a Pedro Antonio Díaz Díaz, cuñado de Antonio Díaz Borja, ‘Zurdo’. Aunque estos dos últimos fueron declarados en rebeldía.
Las declaraciones de los procesados ofrecieron un escenario muy diferente dependiendo de si hablaba un Borja o lo hacía alguien de la familia de los Hilarios. Estos últimos aseguraron que no sabían que los Borja estuvieran enfadados con ellos y que Manuel era un provocador y siempre estaba diciendo que él valía como diez Hilarios. Según la declaración de esta familia, el día del suceso estaban en la tasca cuando llegaron los Borja a quienes invitaron a un aguardiante.
La discusión se entabló después de que Antonio y Manuel cruzaran unas palabras y salieran a la calle. Allí, Manuel disparó a Pedro Antonio haciendo blanco en su pecho: murió casi en el acto y pocos minutos después la batalla estaba lista. Palos y puñaladas para nueve de los Borja y tres Hilarios.
Por parte de los Borja, la declaración de Manuel «constituyó casi un informe». Testificó que la otra familia estaba en Valdenarros y cuando superior que ellos estaban en El Burgo fueron armados en su busca. Aseguró que él no había disparado, sino que lo había hecho el Zurdo contra él y los disparos hirieron a Pedro
Antonio, que sólo iba provisto de una vara, el cual cayó cuatro veces al suelo durante la pelea. Además, Manuel mostró su extrañeza de que no le achacaran también las muertes de su padre y de su suegro.
Los médicos Florentino Gil Pintado y Andrés Escudero Molinero hicieron las autopsias a las víctimas y se encargaron de dar las correspondientes explicaciones en el juicio. Así, Pedro Antonio tenía dos heridas de arma de fuego en el pecho a poca distancia la una de la otra, con agujero de entrada pero no de salida ya que los proyectiles se alojaron en dos vértebras, lo que le causó una conmoción medular de lo que falleció.
Benigno presentaba una enorme lesión de arma blanca, que afectó a la pleura, el pulmón izquierdo y el corazón. Por lo que se refiere a Crisóstomo, la herida estaba en el vientre y tenía lesiones en el estómago, los intestinos y el diafragma, según dijeron los médicos.
Durante su informe, el Ministerio Fiscal modificó sus conclusiones provisionales y retiró sus acusaciones contra tres de los acusados: Pedro Antonio Jiménez Borja; Julián Borja Salguero y Antonio Borja Cortés. Y la mantuvo contra Pedro Borja Cortés, Juan Díaz y Antonio y Francisco Díaz Escudero, aunque ninguno de ellos llegaría a entrar en prisión.
Dos importantes abogados de la época se encargaban de las defensas: Mariano Granados Campos, por la parte de los Hilarios; y Luis Posada Llera, en representación del único Borja que se sentaba en el banquillo. El veredicto del jurado fue de inculpabilidad y nadie sostuvo la acusación contra los procesados, que salieron libres.