ECONOMÍA
El campo de Soria, preparado para aliviar las carencias del girasol de Ucrania
La provincia podría duplicar las hectáreas de esta oleaginosa si el Gobierno central autoriza para esta campaña la siembra en las tierras retiradas de la producción este año
Soria produce alrededor de 38.500 toneladas de girasol al año, teniendo en cuenta una campaña media de 1.100 kilos por hectárea, una cantidad que podría incrementarse si el Ministerio de Agricultura finalmente autoriza sembrar las tierras retiradas de la producción de manera excepcional con motivo de la guerra de Ucrania para aumentar el abastecimiento de este cultivo, ahora en jaque, teniendo en cuenta que se importan 420.000 toneladas de girasol desde este país del este.
Y es que las 600.000 toneladas de girasol que produce nuestro país son la mitad de las que necesita, de modo que debe comprar otras 600.000, y el 70% procede de Ucrania. Al paralizarse las importaciones con la guerra la situación se complicaba no sólo para España, sino para otros países de la Unión Europea, de modo que Bruselas ha aceptado que los países miembros autoricen excepcionalmente la siembra de girasol en las tierras en barbecho, y parece que el Ministerio de Luis Planas está por la labor.
De ser así, en Soria se duplicaría la superficie dedicada al girasol, 35.000 hectáreas, ya que esta campaña hay más de 60.000 hectáreas sin producir y en barbecho, con lo que la provincia podría llegar a aumentar, en el hipotético caso de llevarse a cabo la siembra de la totalidad de esta superficie, hasta más de un 50% su producción, teniendo en cuenta también los datos de un año medio con un rendimiento de alrededor de 1.100 kilos por hectárea, de modo que supliría una parte importante del producto importado desde Ucrania.
Esto implica que el sector tendrá que hacer frente a esta siembra con unos costes de producción que se han disparado y en un momento en el que precisamente el domingo va a acudir a Madrid en manifestación para denunciar los atropellos que está sufriendo con las políticas públicas. "No obstante, se trata de un esfuerzo que el agricultor nuevamente está dispuesto a asumir, aunque la gente ya no se acuerda de los esfuerzos durante la pandemia. Y sin olvidar el riesgo que supone a medio plazo sembrar con girasol, puesto que las parcelas que abusan de este cultivo pierden producción. Hoy la urgencia marca poner más girasol, pero los gastos de la tierra se ven en todo el ciclo, no en una campaña”, asegura el gerente de Asaja Soria, Juan Francisco Barcones.
Y es que lo cierto es que el girasol ‘cuesta’ una tercera parte que el cereal de invierno. Precisamente no necesita prácticamente nada de fertilizantes y abonos, quizás algo de herbicida. «Entre 200 y 250 euros por hectárea, mientras que con el trigo o la cebada nos podemos ir a más de 700 euros por hectárea», según están ahora mismo los nitratos, que se han triplicado de precio, o el gasóleo agrícola, que se ha duplicado, indica José María Sanz, de UPA Soria. De hecho, puso de manifiesto que el año pasado estaba a 230 euros la tonelada y en estos momentos, a 630.
Sanz cree que en esta campaña puede haber más hectáreas de girasol precisamente porque los costes de producción han marcado la siembra, y los agricultores han dejado más superficie para el cultivo de esta oleaginosa, pero está convencido de que buena parte del barbecho se quedará sin sembrar, así como las zonas próximas al monte, donde «resulta inútil cultivar girasol porque se lo comen los animales».
En cuanto a los plazos, no ve problema si se autoriza ahora, puesto que aunque las parcelas para girasol ya están labradas desde el año pasado, podría realizarse ahora, gracias a las precipitaciones de los últimos días y a la humedad que ya hay en el suelo.
Y al parecer, la semilla está garantizada para la siembra de esta temporada, que en Soria arrancará para el 15 de mayo, coincidiendo con su patrón, San Isidro Labrador.
Primera productora
Soria ha sido junto con Cuenca la provincia más productora de girasol en tierras de secano, un cultivo muy implantado desde hace más de tres décadas, llegando a alcanzar la cima de su desarrollo con las variedades de alto oleico, además de las de linoleico. Ahora ocupa en Castilla y León el cuarto lugar en cuanto a superficie por detrás de Burgos, Valladolid y Palencia, que le han adelantado a raíz de la reestructuración en la Comunidad de la remolacha, pero sigue como el tercer cultivo en la provincia, después del trigo y la cebada.
Desde hace quince años ha experimentado un ligero repunte de superficie cultivada en secano y superó las 47.600 en 2009 para ir descendiendo hasta 2017, con un registro de 42.206 hectáreas. Desde entonces ha ido cayendo la cifra hasta 2020, cuando apenas rebasó las 35.000 hectáreas, pero lo cierto es que lleva tiempo oscilando entre las 35.000 y las 40.000 hectáreas, en función de la rotación o las tierras que se queden de barbecho.
Campos de ensayo
Asaja Soria lleva más de dos décadas trabajando en sus campos de ensayo de girasol gestionados por los servicios técnicos de la organización agraria en Almazán. La temporada pasada realizó la experimentación con 16 variedades, sembradas en diversas fechas y en distintos ciclos. Un laboratorio al aire libre de interés común para el campo, con el que Asaja Soria quiere remarcar su firme y total compromiso por fomentar el esfuerzo en investigación y desarrollo agronómico en una provincia con dificultades climatológicas añadidas.
No obstante, la organización constata que la investigación que se lleva a cabo continuamente en los ensayos de Almazán no se centra tanto en el objetivo de conseguir una mejor productividad, aunque ese sea el resultado final, y la mejora es muy importante, sino en obtener una adaptación total al clima, a la dafología y al manejo del cultivo. «Obtener una mayor producción tiene que estar siempre condicionada a la adaptación al lugar donde se va a desarrollar, sino está claro que eso no tiene largo recorrido».