CAPITAL
La excavación del Castillo deja entrever el poblamiento medieval
Las obras de la muralla revelan arranques de muros, drenajes, lo que parece un horno y hasta posibles huellas de las minas para las voladuras de la Guerra de la Independencia
El potencial arqueológico del Castillo comienza a salir a la luz y con ello una imagen más nítida de los tiempos antiguos de Soria. La excavación en los muros de la meseta del castro está dejando al descubierto vestigios muy antiguos, enterrados a una profundidad que da cuenta del volumen de tierras que se necesitó para nivelar el parque. De esto y de las reliquias arquitectónicas tuvieron noticias los participantes ayer de las rutas guiadas para conocer los trabajos. Organizadas por el Ayuntamiento sobre todo para explicar el tema de los árboles afectados y los criterios para su conservación o no, las visitas tuvieron su momento ‘estelar’ cuando se accedió a lo histórico. Intramuros, han aflorado los «restos de la primera ciudad de Soria», explicaba la guía a los asistentes del segundo turno. En total, 40 personas se acercaron en los dos recorridos previstos, que cubrieron así el cupo de reserva.
La zona en la que se trabaja ahora es la que mira al cementerio y al aparcamiento. La restauración general en el Castillo, que mueve aproximadamente dos millones de euros, se completa con el arreglo del antemuro de la subida, que en parte es el cerramiento del Parador y en parte su base. Y con la excavación de las trazas en torno al parque y la cerca que bajaba al Espino, donde las catas de hace unos años confirmaron la existencia de restos. Estas indagaciones parciales en busca de lugares de interés certificaron la potencia de lo que esconde el subsuelo frente al aparcamiento. Extramuros puede calcularse que la muralla está enterrada como un metro y medio, por hasta tres en la zona verde de la caseta, intramuros.
Aquí, a lo largo de la pétrea separación es donde ha surgido el vislumbre de la Soria medieval, después de retirar los estratos más modernos, del XVII al XIX. Según los puntos, en la larga zanja se distinguen arranques de muros, un piso enlosado que pudiera ser un paso, o parte del sistema de drenaje por su inclinación, y más desagües.
Serán los estudios los que vayan definiendo a qué se corresponde cada hallazgo. Los hay interpretables y, según explicó la concejala de Turismo, Yolanda Santos, el público de ayer más volcado con la historia dio pistas sobre lo que podrían ser. Así, figura un aparente horno y algunos grandes socavones podrían corresponderse con las minas de la Guerra de la Independencia. O sea, con los preparativos para encajar los recipientes de pólvora para las voladuras, de manera que causaran el mayor estrago.
Afuera los operarios han limpiado las hiedras y están ya consolidando algunas partes con piedra. Es lo que se ve en lo más cercano a las escaleras que hace muchos años daban acceso a la fuente de los leones y donde en su día se hizo una recreación de torreones. Vigías del XX, nada que ver con lo antiguo.
Por esa parte es donde el arreglo avanza con un nuevo revestimiento de piedra, blanca y un poco remetida para que nadie se lleve a engaño con lo que es nuevo. No hay reconstrucción ni recrecimiento. En el otro extremo, en la entrada hacia el depósito, un impresionante montículo que baja desde el muro levanta acta de los movimientos de tierra. Y casi junto a la infraestructura hidráulica, la cerca está apuntalada.
En cuanto a los árboles, Santos explicó que hay cinco en esta fase de obras que son ‘intocables’, por lo que la restauración se adaptará a ellos. Lo que suceda con otra veintena dependerá de lo que resulte de las excavaciones. Se actúa con ‘ventanas arqueológicas’. Si el ejemplar interfiere en el valor de lo hallado o puede crear un problema de seguridad por quedar sin base, se talará.
El Castillo cuenta con unos 5.000 árboles. El inventario encargado por el Ayuntamiento ha identificado 474 en el área del proyecto. Valorados desde los puntos de vista ambiental, paisajístico y social, de momento se ha llegado a la conclusión mencionada de la veintena. En principio, no se considera reubicarlos, sino en compensar con otras plantaciones, mejorar el ecosistema y el conjunto paisajístico.