ENERGÍA
El Ceder de Lubia explora el futuro de la energía y la bioeconomía
El centro investigador soriano cumple 35 años con varios proyectos nacionales y europeos
Los problemas derivados del abastecimiento energético son claves en la sociedad actual. Los recursos son escasos y hay que saber aprovecharlos. El cambio climático o la crisis generada por la invasión rusa de Ucrania son elementos de un mismo problema al que Gobiernos y científicos buscan soluciones que garanticen el futuro. El Centro de Desarrollo de Energías Renovables (Ceder) de Lubia se sitúa en la vanguardia de la investigación en el campo energético con proyectos vinculados al desarrollo de nuevos sistemas en tecnologías ya conocidas y la bioeconomía.
El Ceder cumple 35 años en 2022 y lo celebra con varios proyectos en cartera, tanto a nivel nacional como europeo. Un centro que adapta su investigación a lo que «precisa la sociedad actual». Desde el propio centro explican que aunque la implantación de las energías renovables es «incuestionable» aún necesitan de un mayor desarrollo para «la transición energética demandada por la Unión Europea en 2050».
En la actualidad, el centro está dirigido por la soriana Raquel Ramos, vinculada al centro desde principios de siglo. El Ceder de Lubia está integrado en la estructura del Centro de Investigaciones Energéticas, Medioambientales y Tecnológicas (Ciemat), entidad dependiente del Ministerio de Ciencia e Innovación. «Desde los primeros estudios que se iniciaron en el CEDER en los años ochenta, centrados en la biomasa, considerada entonces como una fuente de energía novedosa, las líneas de investigación del centro han evolucionado hacia la bioeconomía circular, que contempla la reutilización prioritaria de los residuos biogénicos», explican desde el Ceder. En los proyectos actuales tampoco se olvida el papel de energías como la solar o la eólica que a pesar de su gran implantación «precisan todavía de ensayos para su integración fehaciente en las redes del futuro».
El Ceder tiene en marcha actualmente varios proyectos tanto de carácter nacional como europeo, tal y como está explicado con anterioridad. Un centro exitoso que afronta también un momento clave para la ciencia española inmersa en un «proceso de consolidación del personal», una cuestión clave que con posterioridad podrá permitir la incorporación de nuevos investigadores.
En el proceso de adaptación a las necesidades actuales, uno de los proyectos que aborda en estos momento el Ceder, junto a socios de otros seis países, es la plantación de determinadas especies de árboles en tierras marginales de Rumanía, Alemania y España con el objetivo de poder crear bioproductos de alto valor añadido tras una explotación en cascada en biorefinerías. El proyecto comenzó en 2020 y su finalización llegará en 2025. El pasado 14 de julio el Ceder acogió la reunión anual entre los socios.
Otro proyecto europeo, que en este caso se desarrolla de la mano de otros 8 países, es el denominado Tigon que busca, a grandes rasgos, demostrar cuánto pueden contribuir las microrredes de corriente continua a que las redes eléctricas de la UE sean «más ecológicas, eficientes y más resilientes en la transición hacia un entorno 100% renovable».
El Ceder también coordina un proyecto continental para dar una solución «tecnológica y medioambientalmente sostenible al tratamiento y la gestión de los lodos generados en una depuradora». En este caso, se está construyendo un prototipo innovador para una planta en Murcia integrando cuatro tecnologías, secadero solar y gasificador –propias del Ceder, quemador de gas y ciclo orgánico de Rankine. El uso de estas tecnologías está llamada a reducir el impacto ambiental y la gestión sostenible de los lodos permitirá la utilización de energías renovables. Esta iniciativa ya ha tenido reconocimiento en forma de premios.
Pendiente de firma definitiva hay otros dos proyectos europeos destinados a la investigación sobre sistemas de almacenamiento energético.
Con un carácter nacional, el Ceder lidera el proyecto Biocistus 4.0 que está enlazado también con la lucha contra la despoblación mediante la puesta en valor de especies nativas, como es el caso de la jara pringosa. El objetivo es lograr bioproductos de alto valor añadido. En un campo similar, el último proyecto que ha asumido el Ceder, Biovalor, pretende hacer uso de la gestión forestal y la agricultura sostenible para obtener bioproductos de alto valor que servirán como elemento para contribuir a luchar contra el reto demográfico.