PAISANAJE
Manolo Olave: «Tengo la obligación de despertar vocaciones científicas»
Es profesor de Física y Química en el colegio Escolapios y acaba de alzarse con el Premio Docente dentro de los galardones de las Escuelas Católicas Castilla y León 2023
Manolo Olave es profesor de Física y Química del colegio Escolapios de la capital y ha sido reconocido por su dedicación y esfuerzo en la docencia dentro de los Premios Escuelas Católicas Castilla y León en la presente edición de 2023. Junto a él, otros dos docentes: Raquel Fernández Bartolomé (Colegio Visitación de Nuestra Señora Saldaña, de Burgos) y Luis Gutiérrez Martín (Colegio Maristas San José, de León). Los reconocimientos serán entregados el próximo miércoles 7 de junio de 2023 en Valladolid.
Tiene 63 años y lleva toda su vida ligado a los Escolapios. Primero como alumno, donde se formó desde que tenía cuatro años hasta su salida en COU y, tras estudiar Ciencias Físicas en Zaragoza, volvió al mismo centro como profesor. 40 años (el próximo curso será su último año antes de la jubilación) de docencia que han tenido su recompensa con un premio que llega por su «esfuerzo y dedicación de toda una vida en inculcar a través de sus clases la importancia de los valores personales y valores como el compromiso social y la solidaridad, en busca de un alumnado con vistas a un futuro hermano».
Tras cuatro décadas asegura que «en el fondo la Educación no ha cambiado tanto. Han cambiado los medios y los métodos pero lo objetivos siguen siendo los mismos. Formar personas que puedan ser autónomas socialmente y ciudadanos comprometidos», indica Olave que asegura que «a la hora de enseñar no hay que olvidar nunca la faceta humana».
Olave imparte Física y Química a alumnos de 4º de la ESO y de 1º y 2º Bachillerato. Jóvenes en plena adolescencia. Antiguamente «es verdad que el sistema te ayudaba a que los alumnos te respetaran y ahora, sin embargo, ese respeto y esa autoridad se la tiene que ganar uno mismo. Yo prefiero este sistema», explica.
Respecto a su materia de enseñanza, Olave reconoce que «es una asignatura dura y hay que intentar hacerla atractiva, hacer que les guste. Es una de las labores fundamentales del docente. Es fundamental, es nuestra responsabilidad como profesores». Y añade: «También tenemos la obligación de despertar vocaciones científicas. Hacen falta científicos y la sociedad futura lo agradecerá». En este punto también aplaude «el papel de las mujeres en la Ciencia y de las chicas en la Educación que ha dado un giro de 180º».
Olave asegura que para él «el mayor reconocimiento no son los premios sino que mis alumnos me recuerden con cariño. Que me paren por la calle y volver a saber de ellos. Ése es mi mejor premio».
Fuga de cerebros
Manolo Olave lamenta que sean muchos los alumnos que se vayan fuera de Soria a continuar sus estudios y no regresen después. Esta llamada ‘fuga de cerebros’ la ha vivido en sus propias carnes ya que dos de sus tres hijos viven en Zaragoza. «El mayor es matemático y la mediana biotecnóloga», explica. De momento, «el pequeño que ha estudiado fisioterapia es el único que vive en Soria». Olave subraya que «la marcha de mis hijos han sido uno de los momentos más duros de mi vida. Nunca ya vuelve a ser lo mismo. Te tienes que acostumbrar y es duro» aunque, reconoce, «que la marcha de los jóvenes es inevitable» ante las posibilidades de estudios y ofertas y crecimiento laboral de la provincia.
Al que sea su sustituto en el cargo lo único que le aconseja es «que busque ser feliz con su trabajo ya que pasamos muchas horas trabajando. A mi me ha funcionado establecer vínculos afectivos con los alumnos y preocuparme de verdad sobre si están aprendiendo o no».